Los dos acusados de trata de personas y prostitución en A Coruña habrían hecho trabajar a sus víctimas «24 horas, 7 días a la semana»

P. G. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Las mujeres llegaban desde Brasil bajo la promesa de empleos como peluquera o limpiadora

03 dic 2024 . Actualizado a las 21:28 h.

Esta mañana tuvo continuación en la Audiencia Provincial de A Coruña el juicio por trata de blancas contra dos acusados de origen brasileño residentes en España. Según el ministerio fiscal, ambos, en asociación y reparto de funciones, habrían levantado un entramado de prostitución forzada de mujeres en un piso de la ciudad. Con el engaño y la amenaza como principales armas, este negocio clandestino se nutría de jóvenes que llegaban de Brasil bajo promesa de ser empleadas en oficios muy distintos al que terminaban ejerciendo; peluquera, limpiadora...

Llegadas ya a territorio español, los presuntos proxenetas les exigirían a las mujeres el pago de una deuda desorbitada, de entre 10.000 y 12.000 euros, en concepto de reembolso de los gastos de viaje —pues eran ellos los que desde aquí les hacían llegar los billetes de avión—. Teóricamente para satisfacer este pago —de una cantidad establecida arbitrariamente—, se forzaba a las víctimas a tener contacto carnal con clientes, siéndoles además sustraídos los emolumentos resultantes del servicio. A las mujeres les cobraban incluso por los gastos de manutención, como la comida, el alojamiento o los preservativos. 

En la sesión de este martes testificaron tres de los policías que participaron en los operativos de vigilancia que llevaron a la detención de los dos encausados. Todos reconocieron la presencia de estos individuos en el piso donde se habría ejercido la prostitución no consentida. Algo que admitió, en parte, la defensa, que si bien no negó la posibilidad de que sus clientes pudieran haber estado implicados en la perpetración de actividades de este cariz, sí sostuvo la inexistencia de un componente intimidatorio. Perfiló, por lo tanto, que tales servicios se prestaban con el acuerdo explícito de las partes. En tal caso, el delito cometido vendría del lucro con la prostitución ajena, algo penado mucho menos severamente que los cargos relacionados con la trata de blancas —por los que la fiscalía pide 24 años de prisión—. 

«Hacían trabajar a estas mujeres las 24 horas del día y los 7 días de la semana, muchas veces tenían que prestar servicios de madrugada y bajo amenazas», apuntó el abogado de una de las víctimas. Añadió además un elemento poco habitual, el de la santería, como uno de los métodos de intimidación empleados. Atendiendo a los daños morales y físicos causados, las acusaciones pidieron indemnizaciones monetarias para las chicas afectadas.

En su uso final de la palabra, los acusados subrayaron la noción, ya delineada anteriormente por el abogado defensor, de que todas las actividades se desarrollaron con total conformidad de las partes, y que las personas que habitaban el piso tenían «libertad de movimiento» e incluso perfiles en redes sociales. «Hay mucha mentira e invención en esta historia. No somos esos monstruos que se pintan», señaló uno de ellos.

Después de atender a las razones de las acusaciones y de la defensa, y teniendo en cuenta todas las pruebas aportadas y el testimonio de los testigos —incluidos los policías que investigaron a los acusados y varias mujeres que habrían sido prostituidas por ellos—, el juez levantó la sesión y dejó el caso visto para sentencia.