Amparo se fue tras 70 años juntos

Toni Silva OLEIROS / LA VOZ

A CORUÑA

César y Amparo en el parque de Santa Cruz en enero del 2024.
César y Amparo en el parque de Santa Cruz en enero del 2024. ANGEL MANSO

La imagen se tomó en enero con motivo del nuevo parque de Oleiros, pero encerraba el entrañable amor de una pareja que ya no puede seguir unida

23 dic 2024 . Actualizado a las 10:46 h.

El fotógrafo Ángel Manso recibió el encargo a finales de enero pasado de captar la esencia del nuevo parque de Oleiros promovido por Sandra Ortega. Faltaban aún tres meses para su inauguración, pero La Voz quería avanzar a sus lectores las virtudes de un jardín tan especial. En su recorrido, Manso no dejó pasar la entrañable escena que preside esta información, el amor de una pareja de ancianos, con la cabecita de ella apoyada sobre el hombro de su marido. A los pocos días, el periódico publicó un reportaje sobre el jardín y, por supuesto, con esta imagen a tamaño generoso.

Entonces, César y Amparo eran un complemento (muy romántico) del recinto en el que se encontraban. Pero muchas veces un único disparo de cámara puede captar dos o tres historias a la vez. Hoy recuperamos aquella fotografía para hablar de esta pareja que, tristemente, acaba de separarse. El pasado 13 de diciembre Amparo se marchó para siempre después de meses muy convulsos con su salud. Sufría una demencia severa, ya no reconocía a sus seres queridos. En la imagen que ven es probable que ni siquiera supiera el nombre del hombre en el que se apoyaba. Pero eso sí, su instinto le dijo hasta el último día que solo iría donde fuera él. Que solo se levantaría de la cama si él le ayudaba. Es la inercia de querer y cuidar a alguien durante 70 años.

Añadamos unos datos biográficos. César cumplirá pronto 96 años y Amparo falleció con 90. Ambos nacieron en A Cova, una pequeña aldea de la Ribeira Sacra. Tiempo después de casarse nació Julia, su única hija, de la que se tuvieron que despegar con apenas seis meses para emigrar a Venezuela. «Cuando me preguntaban dónde estaban mis padres yo respondía que dentro de un armario, porque allí guardaban las fotos que me enseñaban de ellos mis tíos y mis abuelos», recuerda Julia.

Para ella fue un shock viajar a Venezuela con 6 años y ver por primera vez a sus padres, adaptarse a ellos mientras pensaba en la familia de Monforte que dejaba atrás. Y el tiempo recompuso las cosas desordenadas por la necesidad y Julia tardó muy poco en adorar a su padres.

Amparo y César en una imagen de hace varios años.
Amparo y César en una imagen de hace varios años. atr

Después de pasar por varios trabajos, la familia se incorporó a servir en una casa pudiente de Caracas, donde Amparo se encargaba principalmente de los hijos, al tiempo que criaba a la suya. Cuando decidieron volver, los señores intentaron convencerles de que se quedaran. «Los hijos querían tanto a mi abuela que les ofrecieron más dinero para que no se marcharan», señala Carlos, uno de los dos nietos de Amparo y César.

Regreso a España

Cuando Julia cumplió 10 años, la familia se instaló en A Coruña, donde el padre montó un bar (Caribe, junto a la plaza de España), al que seguiría otro. También hizo sus pinitos como promotor. Pero la pareja apenas quería moverse por separado. «Si había que comprar una olla para la cocina, allá iban los dos; si mi madre necesitaba unas medias, esperaba a que la pudiera acompañar mi padre, siempre juntos a todas partes», relata Julia.

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César y Amparo vivían en un piso próximo al Campo de Marte, en Monte Alto. Cuando la demencia empezó a dominarla, él asumió sus cuidados a tiempo completo, con ayuda de la familia. «Pero no quería oír hablar de una residencia, dijo que él se encargaba, y la cuidó hasta el final», señalan desde casa donde aún viven el duelo. La pareja pasó la pandemia encerrada en su piso junto a una cuidadora. Julia pedía a su madre que durmiera sola porque César había pillado el covid. «Pero no, ella decía que solo podía dormir con él, y por suerte y milagrosamente nunca lo cogió», señala la hija.

A principios de año Amparo sufrió un pequeño derrame por el que estuvo ingresada varios días. Tras el alta, ella y su marido se fueron un tiempo a casa de la hija, en Santa Cruz, donde por las tardes acudían al parque en el que fueron retratados por La Voz mientras les daba el agradable sol de invierno.

Hoy ella está enterrada en Monforte mientras él intenta esconder sus lágrimas durante estos primeros días de duelo. No es fácil seguir avanzando cuando te amputan a tu compañera de los últimos 70 años. Pero el intenso dolor por la pérdida es la última prueba del amor verdadero.