Colosal versión del Concierto para piano en sol mayor, de Ravel, que deja claro que Fazil Say es un músico de pies a cabeza
11 ene 2025 . Actualizado a las 18:44 h.Notable velada de la OSG. Colosal versión del Concierto para piano en sol mayor, de Ravel, que deja claro que Fazil Say es un músico de pies a cabeza. De personalidad arrolladora e ideas clarividentes, ofreció una lectura modernísima que subrayó lo jazzístico de esta música. En los movimientos extremos no escatimó el rubato, con la complicidad de un Roberto González-Monjas que potenció lo scherzante con una OSG que destacó en los diálogos entre instrumentos. A veces la presencia de la orquesta pareció excesiva, porque Say apostó desde el piano por un sonido presente pero nunca exagerado. Para el recuerdo el Adagio assai, fraseado de forma delicada pero no manierista: Say hizo magia con los matices y dejó protagonismo al solo de corno inglés, interpretado de forma espléndida, en un original juego de planos que mostró inteligencia y frescura ante una obra tan escuchada. Regaló Black Earth, donde dialogan influencias turcas (la intervención sobre las cuerdas del piano evoca el saz) y neorromanticismo: virtuosa y evocadora. Say fue despedido entre aclamaciones.
La Sinfonía alpina, de Richard Strauss, es un tour de force. Tras el móvil inicial, González-Monjas cuajó una lectura que potenció las virtudes sonoras de la orquesta sobre el discurso programático. El metal (en especial el grave) estuvo monumental por presencia y ataques, y la cuerda alcanzó niveles de profundidad y ductilidad envidiables. La versión del titular fue cauta, cerebral, ordenada, huyendo de lo grandilocuente: los pasajes líricos e íntimos quedaron más logrados que aquellos de mayor dramatismo, donde faltó empuje y planos más definidos. Se agradecería más fantasía narrativa, pero el maestro (que aún puede madurar la obra) apostó todo al sonido y la OSG respondió impecable en cada sección. También los refuerzos de una Orquesta Joven que merece su concierto.
Fazil Say, pianista de raza, dio una versión difícil de olvidar de una obra maestra y González-Monjas, eficaz, se midió con un poema sinfónico de envergadura. La orquesta, notable, en una noche para estar orgullosos.