
Con los sueldos estancados o en clara regresión, el coste de la vida se ha disparado de tal manera que asusta la sola idea de entrar en un supermercado.
18 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.No me explico cómo hacen algunas personas para llegar a fin de mes. Con los sueldos estancados o en clara regresión, el coste de la vida se ha disparado de tal manera que asusta la sola idea de entrar en un supermercado.
Media docena de huevos costaba 0,94 euros en Coruña en el 2021. Hoy vale 1,60, casi el doble. Un litro de aceite de oliva, 3,20 hace cuatro años. Ahora, para comprar la misma marca hay que pagar 7, una barbaridad. También el precio de las patatas se ha multiplicado, y la fruta es prohibitiva para el bolsillo.
Es difícil entender cómo afrontan muchos coruñeses la pérdida de poder adquisitivo que los empobrece día a día sin visos de cambio de rumbo, lo que les obliga a modificar también su manera de vivir: si la cesta de la compra es un escándalo, lo del ocio no tiene nombre. Si alguien quiere ir al concierto que Víctor Manuel dará el 8 de febrero en el Palacio de la Ópera, deberá pagar al menos 59,40 euros. Como tenga mujer y dos hijos y se plantee invitarlos, la broma le va a salir ¡por 237,6 euros! Pero si el artista que le gusta es Lenny Kravitz (Coliseum, 10 de abril), el asunto se va ya a 102 euros cada uno. Es decir, 408.
Si el plan incluye ir a cenar a un restaurante, veo difícil que la cuenta de los cuatro baje de 60 euros, así que no hace falta mucho para que el proyecto Kravitz se le ponga en unos 500 (80.000 pesetas de la generación X hacia atrás). Miedo, y algo de vergüenza, da pensar en el despilfarro.
«Paren el mundo, que me apeo», decía Groucho Marx en un aforismo tomado de los ácratas. Es hora de frenar el mundo para darle un poco de sentido común a todo esto y dejar de convertir el ocio, e incluso la más elemental subsistencia, en un lujo asiático.