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Ricardo García Mira, catedrático de la UDC: «El reto aquí es retener talento y ofrecer oportunidades»

Carlos Portolés
C. Portolés A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

La despoblación en el área, aunque más leve que la de la media gallega, sigue siendo un problema fundamental

22 feb 2025 . Actualizado a las 17:00 h.

Ricardo García Mira (A Coruña, 1956) es catedrático de Psicología Social en la UDC, especializado en Psicología Ambiental. A lo largo de su trayectoria ha abordado cuestiones que atraviesan, explican y tratan de buscar salidas a la despoblación y la desindustrialización. Ofrece, desde la experiencia, algunas claves sobre estos fenómenos.

—¿Cuáles son las causas generales de la despoblación en la zona de A Coruña?

—Los datos hablan de un descenso general de la población en toda Galicia. Esa tendencia es un poco menor en A Coruña. La despoblación del medio rural es un proceso que ha sufrido una transformación importante a lo largo de las últimas décadas. Desde la pobreza reinante en los 50 y 60 hasta el desarrollo urbano de las décadas posteriores, hemos tenido también en A Coruña procesos de repoblación. Pero entre el 2012 y el 2020 empieza a disminuir la población, un descenso continuo de toda el área territorial. Esto es una llamada de atención a las políticas industriales y regionales. La gente se desplaza a donde hay oportunidades, y esas oportunidades se dan cuando las condiciones favorecen la implantación de negocios y de actividades productivas. Es un conjunto de cuestiones que tienen que ver con lo económico y con la oportunidad. Dinamizar y vertebrar la sociedad en torno a un proyecto elaborado conjuntamente por representantes de la industria, de la sociedad civil y de la política es importante. Es un reto para A Coruña tratar de retener el talento y ofrecer oportunidades. Actualmente, las decisiones al respecto están demasiado centralizadas y desconocen las particularidades de cada territorio.

—¿Factores como la inmigración pueden ser una respuesta al declive demográfico?

—La inmigración permite incorporar una mano de obra que empieza a escasear en una sociedad urbanizada como la actual, en la que las aspiraciones personales y educativas de cada uno de sus miembros son cada vez mayores. En las últimas tres décadas ha existido un acceso generalizado a la universidad para todas las familias en una proporción nunca vista. Esto ha hecho que otro tipo de puestos en ámbitos como la agricultura estén quedando relegados. Áreas de menor cualificación, en las que aporta mucho la inmigración que viene con menos formación, pero que posee capacidades para formarse e integrarse. Esto ha de verse siempre como algo positivo. No podemos olvidar que la de Galicia es una de las poblaciones más envejecidas de España, y esto está generando problemas en el mantenimiento de muchos servicios. La mano de obra joven tiene que ser siempre bien recibida. En ningún caso debe verse como algo negativo y prejuicioso. La inmigración se incorpora a un conjunto de puestos que, con mayor o menor cualificación, favorecen el desarrollo de un área determinada. Esto es así también en A Coruña.

«La despoblación que observamos en los últimos tiempos es una llamada de atención a la política»

—Los jóvenes ya no quieren trabajar en el sector primario, ¿cómo puede afectar esto a la capacidad de producción de la zona?

—Hace falta trabajar para retener a la juventud y favorecer la capacitación para los distintos puestos a través de los que evoluciona la implementación de la digitalización. Esta digitalización económica significa que las empresas van a empezar a necesitar personal mucho más especializado. Todos estos fondos de transición justa, en los que entra Galicia, deben de mirar y atender estas cuestiones. Si la se juventud marcha, la población envejece, y si esto sucede, el coste de los servicios aumenta. Esto es negativo para todos. La provincia de A Coruña alojaba en 1998 a 1.100.000 personas. En el 2025 este número es solo 13.000 personas superior. La edad promedio ha aumentado desde 39 años en los hombres y 43 en las mujeres hasta los 44 y los 47 en el 2019. Hay una pérdida de población productiva. Esto nos habla de la necesidad de reflexionar sobre cuáles son los retos que tenemos delante, atendiendo también a las necesidades de los grupos más vulnerables o más necesitados de capacitación en el sentido de aproximar la formación del desempleado a lo que hoy requieren las industrias. Hoy, la fuerza manual ha sido reemplazada por dispositivos que hay que saber manejar, como coches, camiones o grúas. Esto requiere una mayor precisión y formación. A esto me refiero con digitalizar la economía, a aumentar las posibilidades de obtención de empleo. El futuro ya está aquí, y avances en ámbitos como la inteligencia artificial están llegando a un nivel que hace necesarias estrategias rápidas. Con respuestas que tengan en cuenta las necesidades de cada municipio y de cada comunidad.