
El fundador de Ardentia es un artesano de la plata de 57 años que empezó vendiendo en el rastro que había en María Pita
13 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Lo reconoce: «soy una persona creativa». Su trayectoria avala esta afirmación porque cuando era un chaval iba a vender los domingos al rastro que se montaba en María Pita. «Y los sábados al feirón de Pontedeume. Hacía pulseras de latón, máscaras de cuero... Con 19 años pensé que era rico porque ganaba dinero, vivía con mis padres, y tenía un 600. Pero en aquella época hice lo que llevo poniendo en práctica toda mi vida, reinvertir para seguir formándome y mejorando», comenta Luis González Bahamonde, propietario de la empresa Ardentia. «Mi primer taller lo monté enfrente de los que era Pachá y ahora tenemos uno en Bergondo de mil metros cuadrados que hasta el suelo lo instalé yo. Allí trabajan siete personas y hay otras tantas en las tiendas de A Coruña, Santiago y Vigo. Como no tengo hijos peleo por el futuro de mis empleados», asegura. Charlamos en la cafetería Copacabana. Acaba de llegar de la tienda de Compostela porque la policía le avisó de madrugada que habían entrado a robar. «Tengo la sensación de que siendo autónomo trabajas dos vidas», reflexiona este emprendedor de 57 años que nació en la calle Noia, encima de los primeros talleres de Amancio Ortega, y después vivió en el barrio de las Flores.
De arquitecto a artesano
Su padre tenía un estudio de arquitectura y la idea familiar era que Luis siguiese sus pasos. «Pero lo mío era otra cosa. Recuerdo que hacía pulseras de latón para las graduaciones de los chavales. Con 19 años tenía mis ingresos y daba clases en varios institutos a los que había escrito ofreciendo mis servicios como artesano en extraescolares», recuerda. Fue un autodidacta, aunque los viernes por la tarde un orfebre le dejaba pasarse por su taller para que le formulase todo tipo de preguntas. Hasta que decidió estrenar el suyo propio. «Mi primer taller lo monté en 1988 enfrente de Pachá. Hacía diseño en plata, que es a lo que me dediqué toda la vida, y bisutería. Siempre me dio un poco de reparo utilizar la palabra joyería porque me parecía muy elevada», analiza Luis, que lleva 37 años en el negocio y es de los que cada verano acude a la feria Mostrart que se instala en los jardines de Méndez Núñez y que es la feria en su género más importante de Galicia. «Durante mucho tiempo no existieron ni los sábados ni los domingos. Y ahora tengo la sensación de que no se valora el trabajo. La gente quiere llegar al mismo sitio del que que se esfuerza y es responsable», analiza con cierta tristeza.
La guitarra y la moto
«Yo no hago las piezas que hace todo el mundo. A nivel profesional siempre hice lo que me dio la gana. He ido evolucionando pero trabajamos para un público con sensibilidad que percibe que la pieza tiene algo diferente. Me encantan los comentarios de la gente», analiza este coruñés que relaciona la música con la artesanía. «Me gusta viajar, andar en moto, y tocar la guitarra. La toco para mí y me atrae hacer mis canciones. Es un proceso parecido al de la plata, hacer lo que quiero, lo que me sale de dentro sin depender de tendencias», analiza. Me invita al café y vamos caminando desde el Copacabana hasta su tienda de la calle Real que está al lado del Cine París. «Estuvimos mucho tiempo en la Estrecha de San Andrés y el año pasado nos cambiamos aquí. Pasa mucha más gente pero el ochenta por ciento de la clientela es la que teníamos antes», reconoce este artesano de la plata que, aunque tiene taller en Bergondo insiste que «no vengo del sector de la joyería». Me muestra en el móvil fotografía de algunos de sus diseños y recuerda uno que tuvo mucho éxito en su día y que todavía se lo piden «un pensador de Rodin sentado en un váter. Era una pieza pequeña, igual que una bicicleta con ruedas de distinto tamaño que gustó mucho y seguimos vendiendo», asegura Luis, que lleva toda la vida haciendo «lo que me apetece».