The FigBees, bolsos y tintes naturales en una antigua lechería de Monte Alto

Patricia García Lema
Patricia García A CORUÑA

A LA ÚLTIMA

Fan de los higos y las abejas, Beatriz Rocha acaba de abrir su taller en el número 72 de Adelaida Muro

10 dic 2019 . Actualizado a las 13:55 h.

Todo empezó con una colección de cestos. Beatriz Rocha los coleccionaba y pintaba a mano. Un día empezó a compartirlos en Instagram y una tienda de la Costa Brava la contactó para comprarle sus pequeñas creaciones. Fueron los primeros pasos de The FigBees (higo y abejas), la marca de bolsos y ropa bonita y solidaria que diseña esta coruñesa que acaba de estrenar taller en el local de una antigua lechería en el número 72 de la calle Adelaida Muro. De la tienda de comestibles queda un suelo hidráulico que recuerda a la época en la que las abuelas iban a esta esquina con la calle Camariñas a por leche y huevos. «Hay muchos vecinos que se acercan y me cuentan que venían a comprar aquí», cuenta Bea, que todas las mañanas limpia las huellas de la nariz de todas las personas que pegan su cabecita al cristal para ver qué está pasando dentro.

Fan de los higos y las abejas, esta abogada de profesión confiesa que siempre quiso trabajar en voluntariado, así que todos los años dona parte de los beneficios a una asociación que cuida de las abejas. Desde el 2016 también trabaja con varias oenegés para la producción de bolsos artesanales. Sus creaciones vienen de México, Bangladés, Laos o Níger. «Son todo fibras naturales y la mayoría están fabricados por mujeres en riesgo de exclusión social y con un salario justo». A los bolsos de fibra naturales, que arrasan especialmente en verano, añadió en invierno una colección con tejidos más gorditos y amorosos y otra de tintes naturales, que tiñe Bea en su nuevo taller. Además, acaba de lanzar una pequeña colección de ropa, también en fibras naturales, que se confecciona en talleres gallegos con el fin de impulsar la moda slow.

Bea, que se define como autodidacta y que cuando era más joven hizo sus pinitos como modelo, quiere que su pequeña esquina sirva también para organizar diferentes talleres, entre ellos, clases de tintes naturales. La idea es enseñar a teñir tejidos de algodón con cualquier producto que haya en la nevera. ¿Un tinte de cebolla? ¡Por qué no! «Se trata de que el espacio se mueva. Que yo imparta los talleres de cursos naturales, pero que otra persona pueda dar otro curso de otra especialidad».

más a la última