Un viacrucis en O Quinto Pino

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira ARTEIXO / LA VOZ

ARTEIXO

Ayer, a primera hora, se registraron nuevas retenciones.
Ayer, a primera hora, se registraron nuevas retenciones. Eduardo Pérez< / span>

Los conductores soportaron 2,8 kilómetros de colas a las 8.30 horas de ayer

22 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

O Quinto Pino era hasta hace poco conocido porque su nombre estaba asociado a una expresión coloquial para indicar que un sitio quedaba demasiado lejos. Ahora este núcleo arteixán es sinónimo de caos, retenciones y cabreo de conductores que utilizan, bien la AC-552, bien el nuevo carril provisional de la autopista AG-55, para sus desplazamientos a la capital herculina, Sabón o Carballo.

La rotonda de O Quinto Pino volvió a ser ayer escenario de un nuevo caos al volante. A las ocho y media de la mañana las retenciones sumaban 2,8 kilómetros, de cuentakilómetros. Desde la glorieta hasta las primeras casas de Vilarrodís (dirección Carballo). Camiones, autocares, tráileres, hormigoneras, coches, furgonetas... Así hasta medio millar de vehículos circulando como si de una procesión fúnebre se tratase. Los retrasos iban en aumento según transcurrían los minutos. Solo un cuarto de hora después, el colapso llegaba al núcleo de Vilarrodís. Un grupo de niños esperaban con sus padres pacientemente por el autobús.

Otros conductores tiraban de intermitente, estacionaban donde podían y se iban a una cafetería a la espera de que se disipara el panorama. Mientras, el resto de usuarios de la AC-552 tiraban de paciencia. Algunos tenían cara todavía de estar en cama aprovechando ese último sueño antes de levantarse. La gran mayoría aprovechaban el caos para hacer llamadas telefónicas o enviar mensajes por WhatsApp para, seguramente, advertir a compañeros, jefes, amigos o clientes que llegarían tarde. Y luego estaban aquellos conductores con cara de que si les dieran un Kalashnikov armaban la de San Quintín.

Pero en esto de los atascos los hay que buscaron alternativas. Al abogado carballés Carlos Puga ya no lo pillan en otro renuncio. Si el lunes tardó 27 minutos en cubrir un puñado de metros entre el peaje de la AG-55, en Arteixo, y la rotonda de la AC-552, el letrado optó al día siguiente por coger la autopista, salir en el desvío de la A-6 hasta Ledoño y de ahí enlazar con la tercera ronda para llegar a A Coruña: «Son oito quilómetros máis pero a 120 por hora son apenas catro minutos. Perdes un pouco de tempo pero gañas en tranquilidade». No debió ser el único, porque por el peaje de Arteixo (libre de pago mientras duran las obras) presentaba ayer un aspecto más bien relajado. De hecho, sobre las ocho y media de la mañana había unos 30 coches esperando para incorporarse a la AC-552, en el punto ya conocido como el embudo. Por cierto, a esa hora no había nadie regulando la circulación. Medio millar de conductores esperaban pacientemente a que el tráfico se disipe por sí solo. Como por arte de magia. Y todavía quedan cuatro días de autopista cortada por culpa de las dichosas obras.