Al igual que el castillo de Darbo, en Cangas, la torre de Meira la mandó construir la mitra compostelana a finales del siglo XIV o inicios del XV. Fue derribada en primer lugar por los Irmandiños, lo que provocó un pleito entre Xoán Tabera, arzobispo que dejaba vacante el cargo, y Alonso de Fonseca, su sustituto. Tabera le reclamaba a Fonseca su reconstrucción, junto a otras fortalezas dependientes de Compostela destruidas entonces. Años después, en 1476, Pedro Álvarez de Sotomayor, el conde de Camiña, también conocido como Pedro Madruga, mandó al magistrado Juan Fernández que la derribara totalmente, «hasta el suelo». El protector nombrado por el arzobispo, Gregorio de Valladares, muerto, según algún historiador, a manos del conde, figura como propietario de la torre, según hacen constar varios testigos en el pleito posterior, entre ellos, Juan de Betanzos, clérigo residente en O Morrazo. Al frente de la de Darbo estaba Vasco Fernández. García Sarmiento «el rojo», heredero de Valladares, reclama a Juan Fernández, el enviado de Pedro Madruga, una indemnización de 700.000 maravedíes. El pleito se vio en Santiago, ante el gobernador del Reino. La sentencia rebaja muy sustancialmente la cantidad solicitada por «El Rojo», dejando la indemnización en 10.000 maravedíes. No hay constancia sobre si fue o no reconstruida la torre, más una representación simbólica del poder que una fortificación defensiva.