
El proyecto de economía social para recoger aceite usado pulveriza las expectativas
30 abr 2018 . Actualizado a las 21:51 h.Orgullo gitano el de Soraya Romero hablando de territorio y saber. «Esa experiencia en la chatarra y el cartón nosotras la tenemos. Porque allí se hace, en As Rañas. La tenemos de ver a nuestros padres y a nuestras hermanas», presume esta mujer de 20 años sentada en una nave del polígono de Iñás, cansada y hambrienta, a las cuatro de la tarde, después de completar su jornada recogiendo aceite usado de los puntos gestionados por la cooperativa Mulleres Colleiteiras.
Con ella se encuentran su hermana Violeta, presidenta; Emilia Allegue, socia, y Susana Peña, trabajadora contratada y coordinadora de este proyecto de economía social, ejemplar, que brinda a mujeres excluidas un puesto de trabajo y la ocasión de «sacar la cabeza al mundo y decir: ‘estoy aquí’», subraya Emilia, que hasta su entrada en la cooperativa vivió su particular odisea como parada de larga duración con familia a su cargo.
La oportunidad de la chatarra
Volviendo al principio, la oportunidad nació de la chatarra. Un equipo de Arquitectos sen Fronteiras ocupado en mejorar la habitabilidad en los poblados gitanos de As Rañas y A Pasaxe detectó, «ademais das necesidades, as fortalezas das mulleres dos asentamentos, que levaban moito tempo dedicándose á recollida de cartón, papel e chatarra. Así que se pensou: E por que non aceite?», recuerda Susana Peña.
Aceite doméstico usado. Un residuo de tratamiento complejo que suele ir por el desagüe (dos tercios, según la estimación estatal), desboca el coste del saneamiento y la depuración, y contiene 5.000 veces más carga contaminante que las aguas residuales que circulan por las alcantarillas. Un litro de aceite usado puede contaminar 40.000 litros de agua.
Con ese material trabajan: lo recogen, almacenan y venden a una empresa que realiza el primero de los filtrados para convertir el residuo en biocombustible. Hay planes para abordar este proceso en la nave de Iñás con la maquinaria adecuada. Y para gestionar la red pública de recogida en Arteixo, para la que ya han presentado la documentación, y en los ocho municipios del Consorcio As Mariñas, en caso de que les adjudicasen los servicios.
Cinco años después de su nacimiento en Monte Alto como un proyecto piloto con decenas de mujeres implicadas, la cooperativa acumula experiencia, kilómetros de furgoneta, puntos de recogida (38 públicos, 34 semipúblicos en entidades y centros educativos, y una larga relación de lugares privados en bares y restaurantes) y conocimiento. Su trabajo y las charlas de difusión para alentar el reciclaje han dado resultado.
La Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Bens renovó esta semana el convenio que mantiene con Mulleres Colleiteiras desde su constitución como cooperativa. En el 2017 las cuatro trabajadoras recogieron 43.916 litros de aceite, el cuádruple que el año anterior.
Soraya y Violeta, que ahora viven con su madre en un piso de Eirís y aportan los únicos ingresos a la familia, se levantan a las siete de la mañana y cogen el 23A y el autobús de Betanzos para llegar a Iñás pasadas las nueve. Andan a vueltas con el carné de conducir. «Aunque el coche contamina», anota Violeta. Las cuatro parecen satisfechas. «También porque somos mujeres -afirma Soraya-. Yo que sé. Te adaptas mejor. Estás en confianza y todo eso».