El falsificador de obras de arte Erik el Belga fallece a los 81 años

Héctor Barbotta MÁLAGA / COLPISA

BETANZOS

Erik el Belga con el cura de Santa María del Azogue en 1993
Erik el Belga con el cura de Santa María del Azogue en 1993 Mercedes Morandeyra

Participó en el robo de las tallas de Santa María en Betanzos

20 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se llamaba René Alphonse van der Berghe, pero todo el mundo lo conocía como Erik el Belga. El más genial y célebre falsificador y ladrón de obras de arte, murió ayer en Málaga a los 81 años, víctima de un infarto. En sus últimos años, tras saldar sus cuentas con la justicia, aplicó su talento a obras benéficas, en favor de instituciones dependientes de la iglesia católica.

Cobró celebridad en los años setenta del siglo pasado, primero como ladrón y después como falsificador, actividad que lo llevó a prisión en tres ocasiones. Reflejó su vida aventurera en una obra autobiográfica, Por amor al arte. Un compañero de origen español le enseñó nuestro idioma en el ejército belga. Tras licenciarse y probar suerte como anticuario, se inició como ladrón de arte a los 25 años. Sus clientes le pedían obras que tenían localizadas y Erik se hacía con ellas por encargo. Aprendió a restaurarlas de manera autodidacta. Así descubrió su talento de falsificador y su carrera dio un nuevo salto. Robó obras de medio centenar de museos que reemplazaba por sus falsificaciones. Muchas de sus víctimas no se percataron nunca del expolio y hay museos que aún exhiben sus copias.

Apasionado por el arte español, en especial por las vírgenes góticas, encontró aquí joyas de incalculable valor muy desprotegidas. Su primera detención fue en Soria, en los sesenta, cuando intentaba robar en una iglesia de El Burgo de Osma. Años después lo detuvieron en Bélgica, pero escapó y volvió a España, de donde ya no se movería.

Se especializó en saquear pequeñas iglesias en Cataluña, Aragón y Castilla y León. Dispuesto a dejar la vida clandestina, se entregó en 1982 y pasó tres años en la cárcel. Ayudó su decisión de devolver parte de lo robado, unas 1.500 piezas que al reintegrarlas a sus legítimos dueños estaban en mejor estado que antes.

Robo en Galicia

Uno de los robos de Erik el Belga que se hizo famoso en Galicia tuvo lugar en Betanzos recién iniciados los ochenta. Se trata del hurto de las tallas que protagonizaban el retablo de la iglesia de Santa María do Azougue en Betanzos. El ladrón colaboró en la recuperación de algunas de las tallas, pero todavía falta el grupo de la Anunciación y parte del de la Visitación.

En una entrevista a La Voz del 2012 decía que ya podría estar solucionado. «Hace años que puse a la gente en la pista de las piezas. Cuando se podían recuperar las piezas, el fiscal general de Galicia anunció que me detendría si viajaba con las piezas o si se demostraba mi relación con ellas, y la cosa se quedó ahí», recuerda