Sin visibilidad y diez horas sin asiento en una zona para personas con discapacidad en el concierto de Taylor Swift en Lisboa

BETANZOS

Esta era la visibilidad desde la zona PMR en Lisboa donde estaba Clara Blanco y su amiga.
Esta era la visibilidad desde la zona PMR en Lisboa donde estaba Clara Blanco y su amiga.

Una vecina de Betanzos con discapacidad y una acompañante se quejan del trato en la zona para personas con movilidad reducida

29 may 2024 . Actualizado a las 21:59 h.

Clara Blanco y Ánxela son dos swifties de 19 años, de Betanzos y A Coruña, que se desplazaron 600 kilómetros a Lisboa para poder ver al fenómeno musical del momento. Sin embargo, el concierto de Taylor Swift se convirtió en lo que Clara describe como «unha trampa». Ella tiene una discapacidad reconocida del 68 % por una parálisis cerebral. Compraron dos entradas en zona PMR (personas con movilidad reducida). Clara acreditó su discapacidad y su amiga acudía como su acompañante. Abonaron cada una 150 euros y allí especificaban que había dos asientos. «O 5 e o 6», puntualiza Clara, pero cuando llegaron solo había uno. «Foi unha estafa», expresa, tras explicar que tras llegar a la zona PMR, para lo que tuvieron que caminan bastante y en el último tramo se quedaron sin asistencia para resolver por dónde tenían que ir, vieron que solo había un sitio.

El problema no fue únicamente para Ánxela. Otras cuatro personas tuvieron que permanecer sentadas en el cemento durante el concierto. En su caso estuvieron allí desde las cuatro de la tarde, cuando abrieron las puertas, a las doce y, en vez de una noche para no olvidar por ver a la cantante americana, salieron llorando de la impotencia. A esto se sumaba que su zona era de escasa visibilidad. «Se a xente se poñía de pé non se vía e se nos poñiamos nós, dábamonos coa estrutura», explica, cuestionando que el área PMR tuviera una cornisa que resultaba limitante.

Clara y su amiga preparando las pulseras para el concierto
Clara y su amiga preparando las pulseras para el concierto

«Era un sitio insultante», considera y cuestiona el reduccionismo de la organización para considerar que todas las personas que van a estas zonas van en silla de ruedas y no requieren asiento. En este sentido, critica que reserven los peores espacios para las zonas PMR y que no se garanticen la accesibilidad en el recinto. Relata que tuvieron que salir por una empinada cuesta de tierra, que pudieron superar gracias a otras swifties. Clara comunicó la situación a su madre que estaba en el exterior, que transmitió las quejas a la organización, pero esta se escudó en que la norma para las personas con movilidad reducida y acompañante establece que solo se reserva una plaza y la conminaron a presentar una reclamación si lo consideraba oportuno.

Posteriormente, trasladaron las quejas tanto a la empresa organizadora (Last Tour) como a quien emitió las entradas (See Tickets), pero no obtuvieron respuesta. Tras esta situación, Clara se ha puesto en contacto con un grupo de Madrid que reivindica zonas PMR sin visibilidad reducida.