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Mujeres jirafa, un tiburón ballena o noches en un templo budista... los 7 meses del betanceiro Millán

Toni Silva BETANZOS / LA VOZ

BETANZOS

Un joven narra sus intensas experiencias en el sudeste asiático, donde hizo una profunda inmersión con la población local

29 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No han sido siete años en el Tíbet, pero los siete meses de Millán Naveira por varios países del sudeste de Asia han sido una inmersión de las que dejan huella para el resto de la vida. Acaba de llegar a Betanzos tras pasar más de medio año conociendo como mochilero la cultura y las costumbres de Filipinas, Vietnam, Camboya, Tailandia y Nepal, una zona que acaba de ser sacudida por un terremoto. Sufrió accidentes de moto, trabajó con refugiados de Birmania, convivió con la famosas mujeres jirafa, buceó tras el tiburón ballena, recorrió selvas de Camboya y ascendió montañas en el Annapurna... Fueron 211 días tan intensos que Millán, de 33 años, todavía los sigue asimilando tras varias semanas en casa.

Aunque tampoco es fácil determinar dónde está su casa. Porque justo antes de partir había dejado su trabajo en Londres, ciudad en la que trabajó durante varios años en céntricos hoteles, en algunos de ellos dirigiendo el equipo de recepción. «Siempre quise vivir en Londres», sentencia Millán, pero es posible que la frase haya caducado. Ahora tiene la mirada puesta en Bangkok, pese a que sus primeras impresiones no fueron muy positivas, por el exceso de ruido, caos y polución. Pero esta betanceiro es experto en conocer los dobladillos de las ciudades y descubrir sus tesoros, especialmente entre la población.

Necesitó un año de preparación y unas seis vacunas. El 16 de julio del año pasado partió hacia Filipinas, donde pasó un mes visitando escuelas y conociendo gente. Porque entre el buceo y el esnórquel en playas paradisíacas, a Millán le interesaba descubrir la cultura de cada país que visitaba, realmente era un viaje antropológico. «Y cogí la temporada de lluvias, sufrí unos chaparrones tremendos, la ropa que llevaba para ello no servía de nada», recuerda. Fue en la isla de Puerto Princesa donde se mezcló con el tiburón ballena, un ejemplar de ocho metros de largo, «y rodeado de rémoras tan grandes como yo». En moto, cada vez que pinchaba una rueda, las personas más cercanas se acercaban al momento para ayudarle. «La gente era impresionante».

Los grandes arrozales

Después atravesó Camboya de norte a sur en transporte público, desde donde descubrió los grandes arrozales y se mezcló con las etnias locales, especialmente la de Hmong, la población predominante. En moto llegó a la frontera con China, mientras se paraba en casas de lugareños donde disfrutó de una gastronomía «muy interesante». En la zona de selva de Monkukiri visitó un santuario de elefantes («siempre intento buscar el sitio más ético»), y atravesó la selva de la mano de la tribu Bunoong, donde durante dos días se cruzó con tarántulas, víboras...

—¿Algún susto?

—No, siempre es el animal el que escapa del hombre.

Su testimonio da la medida de la magnitud del famoso y colosal templo de Angkor Wat. «Me lo recorrí todo durante tres días... en moto. Los turistas solo se concentraban en una zona muy pequeña», recuerda.

La siguiente parada fue Tailandia, donde sufrió un accidente de moto a causa de la lluvia. Lo que para cualquiera sería una llamada al seguro de la agencia de viajes, Millán lo resolvió como un nativo más. «Fui al hospital, me revisaron el hombro y comprobaron que todo estaba bien». Y siguió su camino. Una de las experiencias que más le llenó fue trabajar con una oenegé cerca de Birmania. «Allí un español dirigía un proyecto con chavales a través del fútbol, aquella experiencia me inundó de felicidad», relata Millán Naveira quien, a los pocos días, pasó varias jornadas en un templo con monjes budistas. También tuvo tiempo para vivir fiestas en las playas y conocer de cerca el tigre de Bengala.

Nepal, las huellas del terremoto

En Nepal todo se le hizo cuesta arriba, en el sentido geográfico. «Allí lo focalizan al turismo de montaña». Comprobó las heridas latentes del feroz terremoto del 2015, que causó 9.000 víctimas mortales y resquebrajó buena parte del patrimonio. «A todos a los que conocí allí habían perdido a alguien aquel día», relata el viajero gallego, que confió sus traslados a viejos buses que avanzaban por montañas con vías estrechas y una sensación de vértigo. El senderismo lo llevó a aldeas remotas, en una de las cuales fue entrevistado por un famoso youtuber (80.000 seguidores) de la zona.

«Procuraba que mis despedidas fueran muy cortas, no quería prolongar el momento del adiós con tanta gente con la que compartí momentos tan maravillosos», sentencia Millán, quien defiende la seguridad de estos países y el respeto de los ciudadanos locales. «En siete meses no tuve ninguna situación de riesgo alto. De hecho, a los tres días de llegar aquí, me robaron en A Coruña la chaqueta con las llaves y la cartera», concluye.