
Le pregunto a la edad. «32, perdón, 34», contesta sonriente la única mujer con estrella Michelín de Galicia. Tiene un hijo de 5 años, Braulio. «No descarto tener otro, aún estoy a tiempo, pero con este trabajo no se sabe», asegura. Me muestra una foto del niño. Aparenta más edad de la que tiene. «Es alto, sale a su padre», comenta. Su marido, también cocinero y también Braulio, da clases en la Escuela Superior de Hostelería de Galicia. «Lo conocí en la cocina de Casa Marcelo en Santiago. Yo ya estaba trabajando allí y recuerdo el día que él empezó allí su período de prácticas», recuerda Beatriz Sotelo Sequeiros, a la que muchos se empeñan en casar con Juan Crujeiras, su socio en A Estación de Cambre. «Mil veces. Mucha gente asocia que es mi pareja». Natural de Ardán, Moledo, Marín, se cumplen diez años desde que se vino a trabajar a A Coruña. «Echo de menos mi tierra, no voy desde el mes de junio. Pero ahora ya tengo amistades aquí, haces la vida aquí? Ahora ya soy de Cambre», comenta Beatriz, que vive muy cerca del restaurante donde charlamos. Es una delicia. Estamos solos en la preciosa sala, una maravillosa luz de otoño se cuela por los ventanales, por el hilo musical suenan los acordes de Imagine, y el café que nos sirven está buenísimo. «Siempre lo tomo templado. No soporto esperan a que enfríe. Soy demasiado ansiosa», confiesa.
Espaguetis a la carbonara
Dice que su marido hace buenos arroces y asados. Ella le suele preparar la cena al niño y me enseña otra foto en el Samsung en la que se ven las gominolas caseras que prepararon hace unos días. «Mi plato favorito es la pasta. Los espaguetis carbonara me encantan. No es lo más saludable, pero? », comenta Beatriz, que está más delgada. «Es de no descansar y de no tener tiempo casi ni de comer. Me levanto a las seis y media de la mañana porque a las ocho doy clases en la escuela de la Armada en A Graña, Ferrol. Mis alumnos quieren ascender a suboficiales», comenta esta mujer, que descarta montar un restaurante por su cuenta. «Tuve la opción , pero estoy a gusto. Lo bueno que tiene ser dos es que los problemas los llevas a medias y las alegrías son dobles». Confiesa que estuvo «nerviosa» los días antes de que Michelín confirmase la estrella por sexta guía consecutiva. «La gente piensa que por tenerla eres diferente y este no es un restaurante caro al uso. También hay personas que no vienen porque dicen que estamos lejos? Afortunadamente se trabaja bien», reflexiona.
Productos del mar
Los recuerdos de su Marín natal afloran cada dos por tres. «Recuerdo ir a coger caramuxos (minchas en coruñés), navajas? Ir a pescar, que me encanta. Mi abuelo, que fue cocinero en la mili, y mi padre eran marineros y por eso me gusta trabajar con productos del mar. Me encanta abrir pescados. Filetearlos...». Es una mujer echada para adelante. «De carácter. En cualquier caso ya fui más mandona de lo que soy», asegura Beatriz, que se declara desordenada y fan del grupo Maná. «Escucho música española en general y también a Bruce Springsteen». Dice que en su restaurante pediría lubina con habas y sepia, jurel (que ahora no está en carta), pichón, media ración de carrilleras, un trocito de empanada, torrija «y un café templado», asegura mientras mira la hora en el móvil. «A las cinco tengo que recoger al niño», me dice sonriente.
«No soporto esperar a que me enfríe el café. Lo pido templado, soy ansiosa»
«Conocí a mi marido en una cocina, la de Casa Marcelo en Santiago»