
Los alumnos del Vicente Otero Valcárcel concluyen que los animales no siguen rastros de alimentos
25 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.«Estábamos dando el tema de los seres vivos y preguntamos qué les gustaba a los caracoles», cuentan los niños del Vicente Otero Valcárcel de Carral. De esa lección surgió un proyecto que les ha valido el primer puesto en los Premios Luis Freire, promovidos por los Museos Científicos Coruñeses y en los que participan centros de toda la comunidad. «Le dedicamos el premio a nuestra excompañera Jasmine», indican todos.
La curiosidad de los 17 estudiantes de la clase de 5.º de primaria se convirtió en una investigación para la que utilizaron 70 caracoles «a los que les pusimos nombres. Uno se llamaba Mar José, porque son hermafroditas y no queríamos ponerle un nombre de chica o de chico», aclaran los niños.
Para el estudio siguieron un «método científico y lo primero que hicimos fue una degustación para saber qué les gustaba más para comer», cuenta Lara, una de las alumnas. En la selecta prueba los niños ofrecieron zanahorias y lechuga a los animales, «para ver qué alimento preferían y la mayoría fueron a la lechuga», apunta Fran.
Una vez elegido el cebo, los chavales construyeron cuatro laberintos por los que los caracoles tendrían que pasar. «Los hicimos con materiales inodoros, para que no confundiesen los olores, y sin papel porque se lo comen», explica Yago. «Una parte la rociaríamos con zumo de lechuga para ver si seguían el rastro de la comida o no». Para las pruebas, «nos dividimos por grupos, cada día uno realizaba el experimento con los caracoles y apuntaba el resultado.», apunta Mariña.
Durante el trabajo, «que duró en total un mes y medio desde que empezamos», matiza la profesora Mar Domínguez, «teníamos que dejar caracoles en ayuno tres o cuatro días». «Eso fue lo más difícil», manifiestan los niños, «porque teníamos que controlar que no se muriesen».
Finalmente, gracias al proyecto «concluimos que el 70 % de los caracoles pasa de seguir el rastro de comida, mientras que el 30 % sí lo hace», afirman Manuel, Isaac y Mencía. En cuanto al motivo por el que los animales actúan así, los alumnos creen que «quizá como era invierno, estaban atontados». Seguro que en el siguiente proyecto de investigación lo descubren.
Los estudiantes realizaron más experimentos para el Día de la Ciencia
La curiosidad de los alumnos del colegio de Carral les llevó a realizar nuevos experimentos para el Día de la Ciencia «también con caracoles», aclaran. Para esa cita, los estudiantes hicieron diferentes pruebas con los animales. «El caracol artista, el equilibrista, el círculo culinario y un puzle». Para todas ellas «hicimos circuitos. Por ejemplo poníamos una caja con una cuerda de extremo a extremo por la que el caracol tenía que pasar. Usamos solo los más pequeños porque si no la cuerda no soportaba el peso de su caparazón». Además, «en otro experimento hicimos un laberinto en el que pusimos un recorrido con fresas, zanahorias, lechuga y café. Vimos cómo al llegar al café los caracoles lo saltaban porque no les gusta nada», explican los niños de entre 10 y 11 años.