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El cinéfilo de la calle Fonseca

Luís Pousa Rodríguez
Luis Pousa A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Obituario | José Luis Blanco Vega

28 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

La noche del pasado martes A Coruña perdía a uno de esos personajes que, tal vez por su humildad casi crónica, nunca obtienen el lugar que en justicia les correspondería por su profunda inteligencia y su amplia cultura. A esa estirpe pertenecía el jesuita José Luis Blanco Vega (Mieres, Asturias, 1929-A Coruña, 2005), una figura casi oculta -salvo para un puñado de buenos amigos-, pero que tuvo la oportunidad de participar a lo largo de su vida en importantes aventuras intelectuales y pedagógicas. Con sólo 22 años ingresó en la Compañía de Jesús, a la que perteneció hasta su fallecimiento. Estudió en el noviciado de Salamanca, para luego cursar la licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia de Comillas (entonces en su sede original de Cantabria). Allí conoció al cineasta Basilio Martín Patino, con el que luego colaboró en la realización de su emblemática película Canciones para después de una guerra (1971), que figura en todas las antologías del cine español. Tras ejercer brevemente como profesor en el colegio de los jesuitas de Carrión de los Condes (Palencia), en 1958 se trasladó a Granada para estudiar Teología. Allí conoció a los jesuitas coruñeses Joaquín García de Dios y Jesús Garrido, con los que siempre mantuvo amistad y colaboración. Entre A Coruña y Madrid vivió los convulsos años sesenta y setenta. En 1971, durante su estancia en Madrid, colaboró con Basilio Martín Patino y trabajó en la traducción de diversos textos litúrgicos al castellano. En la realización de Canciones para después de una guerra Blanco Vega se encargó de ayudar a seleccionar algunas de las 65 piezas musicales que aparecen en la cinta y de bucear en la Hemeroteca de Madrid a la caza de los recortes de periódicos de la época que se incluyen en este singular documental sobre los quince primeros años de la dictadura. Sobre el filme recordaba Blanco en una entrevista en 1996: «Se trata de un trabajo enormemente discreto, en el que nunca se incurre en lo grotesco. Es algo mucho más sutil». No opinó lo mismo Carrero Blanco, que prohibió personalmente la proyección de la cinta. En 1978 volvió Blanco Vega a A Coruña para establecerse definitivamente y trabajar como profesor de Literatura en el colegio Santa María del Mar. Fue también un activo colaborador del Centro Fonseca y del suplemento educativo La Voz de la Escuela .