TRIBUNA PÚBLICA | O |
27 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Cuando el dedo del sabio señala la luna, el necio sólo ve el dedo. Levante usted su torva mirada e intente verme. Creo que estoy muy por encima de su miopía vital. Vuelo excesivamente alto para que me alcance su trabuquería cargada de postas innobles y maledicentes. Le falta talla ética y calibre intelectual. Me llama usted «mamporrero», es decir aquel que conduce el miembro viril del caballo durante la cópula. No me negará que fuera del mundo de los nobles brutos, innoble brutalidad la suya. De todos modos la metáfora define bien a personajes de estropajosa sensibilidad, mente zafia y ánimo grosero. Bellaquería en suma. No podría calificarse mejor en su intento de descalificarme cuando cuestiona mi condición de vilanovés por ser concejal de A Coruña, olvidando mi pertenencia a una familia asentada en esa villa desde el siglo XVII. Quiero clarificarle esos «intereses ocultos» en mi defensa de la Casa del Cantillo. Todas las evidencias que reflejan los estudios históricos efectuados por investigadores indican, sin lugar a dudas, que D. Ramón nació allí. El «interés oculto» de los Amigos de Valle y el mío propio sería adquirir la casa, restaurarla y abrirla al público. Ya ve lo oculto de nuestras intenciones. Sería un punto más en el rutero de Valle. Pero si «vuesa merced» dispone de otras evidencias, puede evidenciarlas en el juzgado. ¿Cree que por ser un humilde concejal del Ayuntamiento de A Coruña estoy inhabilitado para participar en iniciativas culturales en el pueblo dónde nací, donde mis padres vivieron 50 años, donde mi madre está enterrada, donde están vivas mi infancia, mis amigos mis hermanos? ¿Con qué derecho se cree para restar legitimidad a mi presencia en Amigos de Valle? Me pide una rectificación pública y le devuelvo una ratificación de lo por mi afirmado. A Valle en Vilanova ni se le respeta, ni se le conoce, ni se le valora. Y para los Durán-Durán, Don Ramón no es sino una baza política y el Cuadrante el máster fin de carrera que habría de llevarle a una consellería. Pero ni Dios ni los hombres quisieron ser sus mamporreros. Con todo el respeto que me merece su cargo le saludo atentamente.