
Una de las víctimas había conocido horas antes al homicida en el pub donde trabajaba «Tuvieron compasión de un extraño y eso les costó la vida», dice el jefe de los fallecidos.
14 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Una discusión entre el asesino y las víctimas y el forcejeo por un cuchillo de cocina pudo desencadenar el doble crimen del piso de la calle Oporto 12. José Ramón, el jefe del pub Strong, sospechó enseguida de quién podría ser el supuesto asesino de la pareja homosexual de Vigo. Las cámaras de vídeo de su establecimiento grabaron al cangués Jacobo Piñeiro Rial en el interior del local de copas. Llegó allí a las nueve de la mañana del miércoles. «No sabemos si pasó la noche en otros bares. Nunca había venido por aquí y nadie lo conocía. Había bebido mucho», relata el encargado. Los testigos lo describen como un joven bajo, de 1,65 metros de estatura, perilla, con pelo rubio rapado a lo militar, y de complexión musculosa. Parecía «hiperactivo» y muy nervioso. El sospechoso entabló conversación con el camarero Isaac Al-Daní, quien tenía turno de mañana como sustituto en verano. Su pareja, el brasileño Julio, también estaba empleado en el local, pero esa semana iba y venía a diario de A Coruña a Vigo para colaborar en la inauguración de un restaurante. La charla entre el cliente y el camarero duró hasta las cuatro y media de tarde, hora en que Al-Daní terminó su jornada. «Le contó sus penas, una película triste de su vida sobre que tenía un hijo», comenta un testigo. La cámara grabó el momento en que se marcharon juntos. La policía ha precintado el disco duro del ordenador donde figuran dichas imágenes. El otro inquilino, Julio, fue visto a las siete de la tarde en un bar brasileño próximo a su casa. «Al-Daní le presentó al extraño y lo invitaron a cenar con unos amigos», dice su jefe. La cena en el piso de las víctimas comenzó a las diez de la noche y asistieron, al menos, dos amigos y Jacobo. «Tenía pintas muy raras», comentaron los invitados. Al-Daní dejó que Jacobo se quedase a dormir porque había perdido el barco para Cangas. «Se compadecieron de un extraño y les costó la vida», dice el jefe. «No tenían maldad, no pensaban mal de nadie, ayudaban a los necesitados y los dejaban dormir en su casa. Allí te sentías cómoda», explica una amiga de la pareja. Huyó con una maleta Al-Daní comentó que tenía mucho sueño y que se iba a dormir porque debía madrugar para volver a la barra del Strong a las ocho de la mañana. Los invitados se despidieron. «Julio se quedó despierto y a solas con Jacobo», dice el jefe. No sabe qué pasó después, pero, al parecer, Jacobo tomó un cuchillo de la cocina. A las cuatro y cuarto, los vecinos oyeron ruidos de sillas, portazos y amenazas como: «¡Cállate, o te rompo la cara!». Luego, sonó música. Sobre las cinco de la madrugada, un vecino se cruzó en las escaleras con el sospechoso. Tenía un brazo vendado y cargaba una maleta. Huyó en el primer barco a Cangas.