El dulce sabor de un ojo de buey

Javier Becerra
Javier becerra A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

01 mar 2011 . Actualizado a las 11:26 h.

Hay algo de transgresión infantil en el mundo de las golosinas. Los niños adoran lo que los adultos ven con ojos de «¿Pero cómo te puedes comer eso?». Lo devoran con una sonrisa y rostro de satisfacción. En los ochenta, por ejemplo, fueron muy populares las gominolas que simulaban los ratones que en la serie V alimentaban a los lagartos. Pero lo cierto es que una visita a una tienda de chuches en la actualidad puede dejar a más de uno con la boca abierta.

Efectivamente, en A Coruña uno de los productos estrella para los más pequeños es el llamado ojo de buey. Se trata de una gominola con una forma tan poco apetecible, a priori, como un globo ocular con su córnea, su iris, su pupila y sus pequeñas venas enrojecidas. «Los niños se vuelven locos por ellos», confirma Edwis Usiña, que despacha dulces en Gololandia, en la avenida de Arteixo.

«Es la golosina más novedosa que tenemos. Yo creo que su éxito radica en el aspecto», explica Usiña consciente de la debilidad de los pequeños por lo exótico «Ellos siempre van a lo que más llama la atención». En cuanto al sabor, es suave y dulce, ligeramente parecido a la nata, con un relleno ácido que da el contrapunto. Y no cuesta un ojo de la cara, sino 0,50 euros.

En el segundo puesto de nuevas gominolas están las hamburguesas gigantes, una versión colorista de las pequeñas, muy populares en los últimos años.

Pero, pese a todas estas estridencias, los clásicos son los clásicos. «El regaliz rojo normal se sigue vendiendo muchísimo. Cada semana despacho dos o tres cajas de ellos», indica Usiña. En los caramelos los reyes continúan siendo «los sugus por encima del resto» y, en cuanto a sabores, «todo lo que sea ácido, las llaves, señales, etcétera, que pique un poco en la lengua les encantan».