Las restricciones presupuestarias y la tutela de la Administración han condicionado sobremanera la gestión del rector Xosé Luís Armesto al frente de la Universidade da Coruña durante estos dos años. Para poder seguir manteniendo todo el personal y las infraestructuras que la institución académica coruñesa necesita para desempeñar mínimamente sus tareas docentes e investigadoras se ha visto obligado a tomar medidas que están muy alejadas de sus promesas electorales realizadas hace dos años como, por ejemplo, reducir los salarios, congelar la promoción del profesorado, suprimir la acción social del personal de administración y servicios, o reducir los fondos propios dedicados a investigación y a becas a los estudiantes.
No parece, sin embargo, que el señor Xosé Luís Armesto se encuentre particularmente incómodo con la actual situación, ya que le permite no tener iniciativas (y por tanto no cometer errores) o derivar la responsabilidad de las decisiones tomadas a otras instancias, canalizando hacia ellas la irritación de quien no está de acuerdo con las mismas.
Al actual rector no le interesa reconocer en sus bienintencionados discursos que una buena parte de los problemas de financiación y autonomía que tiene la Universidade da Coruña están causados por un deficiente modelo de gestión, en el que la rendición de cuentas se hace ante sus estamentos corporativos y no ante la sociedad civil que es quien realmente la financia con sus impuestos.