El centro Audias estrena una nueva metodología para mejorar la precisión de los audífonos

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

El sistema permite ajustar el aparato a las necesidades reales del paciente

24 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La tecnología de los audífonos digitales no ha parado de avanzar en los últimos años, un progreso que no ha ido parejo a la evolución de las técnicas de verificación, evaluación y adaptación de estos aparatos, que seguían empleando los parámetros de hace décadas, e incluso cada fabricante tenía unos distintos. «Todo esto impedía que el audioprotesista pudiese comprobar y ajustar de forma objetiva el mecanismo a las necesidades reales del paciente», explica Christoph Schnitzler, director del Centro Audias de A Coruña, que ha comenzado a utilizar un nuevo sistema que permite corregir esta situación.

Recuerda que existen unas curvas de sonoridad, y con los audífonos se intentan restablecer para que sean iguales a las de una persona normal. Según explica, hasta ahora el mecanismo que se empleaba para ajustar estos aparatos era medir el nivel de sonido con una pequeña sonda que se colocaba delante del tímpano del paciente, y se ajustaba la curva del audífono en función de un cálculo estadístico que se había establecido empíricamente hace décadas. Además, si la persona seguía teniendo problemas de audición, se intentaba mejorar la adaptación audioprotésica a través de un intercambio verbal con el paciente, pero esta opción tenía el problema de que muchos no tienen criterio para saber si un sonido está más o menos alto.

La nueva técnica de medición, que ya se emplea en Alemania, se conoce como categorización psicoacústica del campo auditivo (CPCA), y no solamente se limita a verificar los niveles de presión del sonido delante del tímpano del paciente, «sino que también implica las sensaciones que causa cada nivel de sonido en su cerebro. Hasta hace unos meses, yo podía saber si un sonido podía ser audible para un paciente, pero este sonido podía ser muy bajo, bajo, medio, alto o muy alto. Además, algunos sonidos sabía que estaban ahí, pero no sabía si eran suficientemente altos para que no le molestaran o fuera suficientemente audibles», apunta Schnitzler, que acumula una experiencia de 30 años en el sector.

Sensación en el cerebro

Gracias a esta nueva prueba se puede medir qué sensación de sonoridad causa cada tipo de sonido en el cerebro del paciente con y sin el audífono. «Esto realmente es una revolución porque por primera vez puedo saber y medir con certitud dónde el paciente esta sobreamplificado y dónde le falta información, porque el paciente mismo me lo va a decir durante la prueba», destaca.

Para ello, la persona con problemas de audición solo tiene que poner unos auriculares especiales, que tienen un campo libre para cada sonido individual, e ir escuchando distintas frecuencias que se van presentando en diferentes intensidades, y se van evaluando. Según afirma, esta «es una evaluación de las sensaciones que en muchos otros sectores de la salud ya existen y que ahora se ha aplicado a los sonidos». Este examen apenas dura 45 minutos, a los que hay que sumar otros 20 más para adaptar el software del audífono a las necesidades reales del paciente.