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Santiago Saiz: «No me ofende que me llamen fotógrafo de la gente pija»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

«La verdad es que técnicamente no soy nada bueno, lo que me gusta es el resultado», reconoce

20 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene estampa de Quijote. Espigado, con barba, cubierto con gorra en verano e invierno, y montado en bicicleta. Dicen de él que es el fotógrafo de la jet. «Y fotógrafo de la gente pija. También comentan de manera ofensiva lo de las bodas, bautizos y comuniones. No me ofende. Prefiero que me llamen fotógrafo BBC a fotógrafo ODD (Olimpo de los dioses). Todo es fotografía y no entiendo dónde está la parte menor del trabajo en una boda», explica Santiago Saiz Fouz. Nació en Madrid hace 65 años. «Los llevo muy bien. Tuve mis problemillas de salud, pero están superados», comenta. Hace 5 años luchó contra un cáncer y, me cuenta, fue en la recuperación cuando empezó a utilizar la bici como medio de transporte. «Estaba muy débil y no quería depender de nadie para que me llevase a los sitios. Empecé a pedalear y después me di cuenta de que podía llevar la cámara colgando y parar para hacer fotos. Ahora no utilizo el coche», relata. A los 30 años dejó Madrid para venir a trabajar a una empresa de publicidad como diseñador gráfico durante una pequeña etapa, la única de su vida en la que no fue autónomo. «Mis abuelos maternos son coruñeses y los veranos siempre los pasamos aquí», recuerda. Su padre fue el que le inculcó la pasión por la fotografía y le regaló una cámara cuando Santiago tenía 12 años. Su progenitor era propietario de una productora pequeña y fue cámara del NO-DO.

En el 15005

«A mí la gente me cae bien», afirma con rotundidad. Hace un par de años empezó a colgar en su página de Facebook fotos de ciudadanos que va encontrando por la calle. «Me conocen más personas a mí que yo a ellas. En casi todas las casas hay fotos en blanco y negro de tus padres o abuelos paseando por los Cantones que hacía un fotógrafo que había allí. A mí también me gusta hacer fotos de la gente en su hábitat, en su calle, su barrio... », apunta. Dice que lleva casi 5.000 imágenes y que nadie le ha protestado. «Intento que no me vean cuando la hago, y lo consigo al ochenta por ciento. Ahora, lo que sucede, es que hay quien me dice ?nunca me has sacado?», asegura. En esta nueva modalidad de fotografía callejera lo conocen como el fotógrafo del 15005, por el distrito de la ciudad, entorno de la plaza de Vigo, por donde se mueve. «Vivo en Juan Flórez, paso todos los días por la plaza. Es por cercanía. No hago fotos en Matogrande porque no paso por allí», se defiende mientras compartimos un café en el local Las Pepas del 15005.

El mus y las cañas

Es padre de tres hijos, dos treintañeros, que viven en Sídney y Madrid, y una chica de 16. «Los tres son buenísimos fotógrafos. El de Australia hace cosas que yo no soy capaz y no me quiere decir cómo lo consigue. La verdad es que yo técnicamente no soy nada bueno. Me gusta el resultado. Mi hermano Moncho influyó mucho en mí en el tema de la luz y un amigo, Antonio Salcedo, me enseñó en qué era interesante fijarse», relata. Se declara «fotógrafo compulsivo. Necesito hacer fotos todos los días». Siempre va con la cámara. «Nunca sé lo que me puedo encontrar». Quiere montar alguna exposición, una conjunta con una pintura y otra con sus dibujos. Dice que cuando le llaman para jugar al mus «siempre me apetece». Y, cuando no hay partida, «ver fútbol y tomar cañas con los amigos», comenta Santiago, que no hace fotos con el móvil, usa el teleobjetivo y cree que son más bonitos los trabajos en analógico que en digital. «Aconsejo pasar a papel un resumen de 20 o 25 fotos de las centenares que haremos, por ejemplo, esta Semana Santa. Soy anti álbumes digitales», sentencia.