La lucha por la jornada de ocho horas

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

Los trabajadores de las obras municipales de la ciudad lograron el derecho en 1903 solo después de los de Ferrol

08 may 2017 . Actualizado a las 23:48 h.

Trabajo, 8; descanso, 8, ilustración y recreo, 8. Ese era el reparto de las horas del día con el que soñaban las sociedades y sindicatos obreros. Y por ello peleaban. Su arma, la unión y la huelga. Fue el industrial inglés Robert Owen quien formuló en 1833 el ideal de la jornada de ocho horas de trabajo. Su iniciativa sería después recogida en 1866 por la Asociación Internacional de Trabajadores, convirtiéndola en objetivo a conseguir como primer paso para la emancipación obrera. Desde entonces numerosas huelgas se declararon para lograrlo. Entre ellas, destacaron las realizadas en Chicago a partir del 1 de mayo de 1886, que fueron duramente reprimidas por la policía y por las autoridades que ajusticiaron a los llamados «mártires de Chicago». En su honor, en 1889 la Internacional Obrera Socialista acordó realizar cada Primero de Mayo una jornada reivindicativa mundial para fijar esas ocho horas.

Los obreros coruñeses fueron los primeros en Galicia en celebrar en 1890 el primer Primero de Mayo, logrando rebajar parcialmente, con la huelga que realizaron, su jornada laboral, aunque la media siguió siendo elevada: unas 12 horas. En los años siguientes continuaron reivindicando tanto el alza de salarios como la disminución horaria, alcanzando mejoras desiguales y por sectores. La lucha se incrementó a finales del siglo XIX y comienzos del XX paralelamente al incremento del número y fuerza de sus sociedades. A sus anhelos se sumaron en 1897 los republicanos federales que defendieron que dicha jornada debía ser respetada en todos los establecimientos y obras del Estado. En España, uno de los primeros colectivos en conseguirlo fueron los marmolistas y canteros de Madrid, en 1899.

El ministro Urzaiz

En A Coruña fue 1902 el año clave. Ya el 13 de enero, el comerciante y concejal republicano Jesús Pulpeiro Cueto propuso al Ayuntamiento que se estableciesen las ocho horas para los obreros que trabajasen en las obras contratadas por el municipio. Su proposición quedó en estudio. Meses después, el 11 de marzo el ministro liberal de Hacienda, Ángel Urzaiz, dispuso la jornada de ocho horas para los obreros dependientes de las obras y fábricas de su ministerio y el 1 de abril el Ayuntamiento de Ferrol hizo lo mismo para todos los obreros que prestasen sus servicios en las obras municipales, siendo el primero en hacerlo en Galicia. En este contexto, en el mitin celebrado en la plaza de toros el 1 de mayo de ese año, los obreros coruñeses acordaron solicitar al ayuntamiento, controlado por los republicanos, las ocho horas para los que trabajasen por cuenta del municipio. Analizada su propuesta, las comisiones de Hacienda, Obras y Policía acordaron el 18 de julio conceder dichas ocho horas a todos los obreros que se contratasen para las obras municipales a partir del 1 de enero de 1903.

Paralelamente, los obreros coruñeses, mayoritariamente anarquistas, incrementaron la presión sobre los patrones. El 20 de mayo el sindicato de carpinteros acordó reclamar la jornada de ocho horas. El 5 de junio hizo lo mismo el sindicato de hierros y metales. No estaban dispuestos a ceder.