
O Seixo Branco, un popular puesto de venta de Os Mallos, cumple hoy 40 años
13 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.En el argot marinero se dice que en martes, ni te cases ni te embarques. Y menos aún si es día 13. Pero para Manuel Pastoriza Pérez, natural de A Coruña, y Jovita Veiga Álvarez, nacida en Lugo, las supersticiones no existen.
Y sí, se saltaron las supersticiones, pero el tiempo, «e a lóxica», dice Manuel, les dio la razón porque fue un martes 13 de diciembre de 1977 cuando decidieron montar su negocio, una pescadería en Os Mallos, y como buenos pescaderos la bautizaron como el acantilado de la cicatriz blanca, O Seixo Branco, un monumento natural de la costa de Oleiros. «E aquí estamos», dicen.
«Primeiro instalámonos case en la esquina de San Vicente coa rolda de Outeiro», explica Jovita. Pero el negocio fue viento en popa «grazas a fidelidade aos nosos clientes e a apostar pola calidade, e decidimos trasladarnos para onde estamos agora», en el bajo del numero 28 de la calle San Vicente.
Pero la historia de Manuel y Jovita comenzó mucho antes de abrir O Seixo Branco. Él recorría todas las ferias, especialmente las de A Ponte do Porto y Baio. Vendía hojas de bacalao y de maruca salada. Ella también viajaba con un puesto, pero de ropa interior de hombre y mujer.
«Foi nunha desas feiras, na de A Ponte do Porto onde lle puxen o ollo porque era, e aínda é, moi guapa, moi feitiña», cuenta Manuel. «El tamén era moi bo mozo, e moi espabililado, moi traballador», apunta Jovita. Y Llegó el amor, y la boda, y un hijo, Alberto, que junto con su mujer, María del Carmen Pose Cancela, natural de Laxe, uno de los puertos pesqueros más importes de la Costa da Morte, es el que regenta ahora O Seixo Branco, aunque, desde los 16 años, Alberto ya trabajaba este mundo del pescado y el marisco frescos, con sus padres. «Incluso abrí una pescadería en O Burgo. Me iba bien, pero me vine para aquí a los 23 años», ahora tiene 45.
Comienzos muy difíciles
Manuel dirigía una empresa de salazón en Espíritu Santo, «pero a cousa non foi ben», recuerda. «Quedamos sen nada, nin empresa nin cartos».
Y pensó que no iba a levantar cabeza. Y lo único que conocía era el pescado. «Jovita vendeu todas as poucas xoias que tiña e cos cartos puidemos alugar o primeiro baixo». Con ese dinero también pudieron dar la entrada para una báscula.
Las instalaciones no eran las más adecuadas, «por non ter non tiñamos nin neveira». Por ello compraban el pescado justo para los clientes «e o xeo era o que mantiña fresca a mercadoría cando nos quedaba algunha peza para o día seguinte. Foi moi duro levantar isto», subrayó.
«Vamos todos los días a la lonja de Laxe y después bajamos al Muro»
Alberto y su mujer revolucionaron la pescadería. «Mi padre compraba más pescado del Gran Sol, el nuestro es ahora todo del día». Sus progenitores apenas apostaban por el marisco, hoy O Seixo Branco es un referente en toda la ciudad. «Tenemos clientes de todos los barrios de A Coruña, desde Monte Alto o Los Rosales y hasta Matogrande», indicó. De hecho, para traer pescado y marisco de la mejor calidad «voy todos los días a la subasta de la lonja de Laxe. Allí siempre hay especies de calidad suprema. Después bajamos al Muro, la mejor rula del mundo», dice Alberto. Este trabajo es tan duro «que apenas dormimos. A las cinco de la tarde vamos a Laxe y a las cuatro de la madrugada, al Muro. Pero que todo sea por dar el mejor servicio a nuestros clientes».