La tribu urbana definitiva

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

EMILIO RELOVA

03 abr 2018 . Actualizado a las 12:17 h.

En los ochenta, en A Coruña, o tenías una tribu urbana de mano o eras un marginado social. Entonces todo el mundo era algo. Lo que fuese. Pero necesitabas una etiqueta para salir del portal y enfrentarte a las avenidas como miembro de un grupo.

Yo tenía un amigo en Villa de Negreira que pasó, sucesivamente, por todas las tribus urbanas reconocidas oficialmente. Fue heavy, aunque en A Coruña, ya entonces, a los jevis se les llamaba cariñosamente jevirulos, porque eran heavies, sí, pero vivían en Villa de Negreira o Bellavista, así que para nosotros eran nuestros jevirulos. Mi amigo se pasó la adolescencia cambiando de tribu, de bando, de compañías, de bares, de institutos, de atuendos. Después de ser jevi, con la melena reglamentaria y su chupa de cuero desvencijada, creo que fue rocker, con tupé y la bandera confederada sobre la cazadora vaquera. Luego se hizo brevemente mod, en plan Quadrophenia, pero como no tenía moto y aquella Coruña ochentera no daba ni para juntar cuatro mods, se volvió punk, con una cresta discreta, eso sí, porque tampoco estaba Villa de Negreira preparada para que apareciese por la esquina de la tintorería Johnny Rotten. Después ya le perdí la pista a mi colega, y la última vez que lo vi estaba corriendo por el paseo y me dijo que era abogado.

 Ahora la gente se suelta sopapos por la política y el fútbol, que son dos cosas muy obvias, pero en los primeros ochenta te podían hacer volar los dientes por escuchar la música equivocada. Había unas fiestas multitudinarias en los institutos en las que se juntaban las bandas locales y sus correspondientes tribus, así que lo normal es que los conciertos acabasen a guantazos entre los punks y los rockers o los heavies y los punks, ya no me acuerdo, pero los punks siempre andaban por el medio repartiendo o llevando, tanto daba, el caso era entrar en calor. Los mods eran tan pocos que no daban ni para llevar una del revés, y a la primera de cambio se largaban con las manos en la gabardina cantando algo de Sting o los Who.

Además de posmodernos, rockers, heavies, punks y mods, A Coruña dio muchas otras tribus. Una de las más abundantes era la de los pijos, con sus chalecos de plumas y sus jerséis de Amarras o de Snoopy, que era el uniforme oficial para ir a ver a los Hombres G cuando venían a la ciudad. Los pijos no se reconocían como grupo organizado, pero eran una secta muy resistente y han durado mucho más que los posmodernos, los gafapastas, los emos o los góticos.

Un día cualquiera vas despistado por el paseo marítimo y te encuentras trotando a los punks, rockers, heavies, mods, skins y jipis de tu adolescencia. Lo único es que ya no sabes si ahora son indies o hipsters, porque todos van uniformados de Decathlon y se han hecho runners. La tribu definitiva que ha enterrado a todas las demás.