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El inicio de la gripe española

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

En mayo y junio de 1918 la primera oleada benigna de la pandemia afectó a los coruñeses

04 jun 2018 . Actualizado a las 12:12 h.

La llamaron gripe española, pero su origen no estuvo en España. Durante la Primera Guerra Mundial, en los países contendientes la prensa estaba censurada y no informó de su aparición y expansión por ciudades y cuarteles para no desmoralizar a la población y no dar datos al enemigo. España era neutral y en ella la prensa habló libremente de la enfermedad desde sus comienzos en Madrid, en mayo de 1918. Esa información hizo que en el extranjero se le diese el nombre con el que pasó a la historia: spanish flu o grippe espagnole

Muchos investigadores consideran que el primer caso se registró el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, en la base militar de Fort Riley, en Kansas, EE.?UU., un campamento de entrenamiento de soldados destinados a combatir en la Gran Guerra. De ahí se trasladó a Europa en los barcos que transportaban a las tropas norteamericanas a Francia, donde la epidemia se manifestó en abril. Otros autores en cambio resaltan que ya en 1916 hubo en Francia brotes epidémicos de enfermedades respiratorias en los campamentos, donde miles de soldados convivían con cerdos y aves destinados a su avituallamiento; también señalan los casos que hubo de neumonía en los trabajadores chinos y en las tropas de la Indochina desplazadas a Francia. Todos estos focos al mezclarse pudieron originar la gripe española. Sea lo que fuere, la Gran Guerra, con millones de soldados desplazados y hacinados, con falta de higiene y deficiente alimentación, fue el caldo de cultivo propicio para la creación y difusión de la pandemia.

Desde Francia viajó al resto de Europa. A finales de mayo apareció en A Coruña, primer lugar de Galicia que padeció la afección. Vino en ferrocarril, siendo los carteros los primeros en sufrirla. Para atajarla, las brigadas sanitarias del Ayuntamiento desinfectaron Correos y la estación de A Gaiteira el 23 de mayo de 1918. Al día siguiente también se fumigó la correspondencia que traía el tren correo de Madrid, permaneciendo encerrada en un coche ambulancia durante dos horas sometida a la acción del formol. 

Chanzas de Picadillo

La dolencia se presentaba de forma rápida, atacaba a personas adultas, duraba tres días y se manifestaba con los síntomas del trancazo complicados con náuseas, vómitos y diarreas.

Esta mezcolanza causó extrañeza en los médicos, pues no era una gripe clásica. Algunos pensaron, entre ellos el inspector provincial de Sanidad, que era el dengue o la fiebre pappataci, transmitida por mosquitos del género phlebotomus. Por eso, en A Coruña, insistieron en la desinfección fumigando oficinas públicas, locales de reunión, tranvías y también calles. Inútil. A comienzos de junio el número de atacados era de 300, de los que 200 estaban en los cuarteles. Como la enfermedad era benigna se prestó a las chanzas. Picadillo, con sorna, dijo que la causaba el «bacilo de correos» o «centollius postalis vulgaris» y recomendó una «enchenta» de guiso de pulpo para reventarlo. Durante el mes de junio el número de infectados fue decreciendo hasta desaparecer o quedar latente el virus. Sin embargo, volvería en septiembre y sería letal.