
Las cornejas están entre las aves más listas de la ciudad de A Coruña
23 jul 2018 . Actualizado a las 12:32 h.En la ciudad tenemos cinco especies de córvidos: la urraca, el arrendajo, la chova piquirroja, el cuervo grande y la corneja negra. Todos ellos son de una inteligencia que no deja de sorprender a quienes la estudian con creciente interés. En el caso del cuervo, la ciencia ya la equipara con la de los humanos de entre cinco y siete años de edad.
Cada vez que me detengo a observar con detenimiento a un miembro de ese grupo, acabo por preguntarme hasta qué punto esta curiosidad mía no será recíproca. Me explico: tengo ahora ante mí una corneja negra. Con su pareja, y tres jóvenes nacidos este año, visita esta mañana, como yo, el parque de Adolfo Suárez.
Yo voy de paso. Ella, en busca de alimento. Yo la veo, evito acercarme demasiado para no asustarla, saco mi cámara, la fotografía a distancia y luego la contemplo a través de los prismáticos. Ella se demora un instante en mitad de una senda, me mira de reojo, calcula mi distancia y quién sabe qué más, y en apariencia sigue a lo suyo. Pero no me pierde de vista. De modo que entablamos algo parecido a un discreto duelo de miradas.
Pareja para toda la vida
También su compañera me observa. Ya son cuatro ojos contra dos. A saber cuántos años llevan juntas, poniendo cada primavera en su nido, siempre en árboles altos, entre cuatro y cinco huevos. Su esperanza de vida está entre los quince y veinte años. Una vez emparejadas ya no se separan, de modo que, si estas dos comparten un amor veterano, deben ser incluso tatarabuelas. O sea, que se las saben todas.
Gracias a los prismáticos aprecio en su negro plumaje, según van y vienen bajo el sol, bonitas irisaciones verdeazuladas. Los jóvenes carecen de ellas. Son de tono más mate, con un matiz marrón. Tienen que aprender a espabilar. Solo unos pocos de cada generación llegan al año siguiente. La vida salvaje es dura, incluso en la ciudad y para aves tan listas como estas.
Grandes cerebros
El tamaño relativo de sus cerebros, mayor que el de otras aves, es comparable, según quienes lo han analizado, al de un chimpancé. El interés de los científicos por estudiar a las cornejas y otros córvidos radica además en el hecho de que esa base física de su inteligencia, esa masa cerebral, es bastante diferente de la de los primates. Al mismo tiempo, resulta que en aquellas partes de esas cabecitas oscuras destinadas al comportamiento inteligente, hay muchas más neuronas que en las equivalentes de la mayoría de mamíferos.
Las cinco se levantan a la vez, emitiendo ese carraspeo suyo. Bajo mis prismáticos para identificar la causa. Un perro aún lejano corre muy contento hacia aquí delante de su dueña, quien intenta apurar el paso. En los ránkings de inteligencia animal, córvidos y perros suelen aparecer entre los primeros diez puestos. Eso sí: solo los segundos son capaces de convertir a algunos primates humanos en sus cariñosos subalternos.