Reventa de 370 euros para ver a los Pixies

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

PIXIES EN UNA IMAGEN CON LA FORMACIÓN ACTUAL
PIXIES EN UNA IMAGEN CON LA FORMACIÓN ACTUAL

Cuando uno pone cualquiera de aquellos temas míticos del grupo de Boston, después de mucho tiempo, acuden imágenes y sensaciones que poco tienen que ver con gente de 40 y 50 años yendo a la reventa para ir a verlos al Coliseo

25 oct 2019 . Actualizado a las 16:06 h.

Pellízcame. Es un recurso habitual cuando lees según que cosas. Como el titular que ayer en este periódico decía que se estaban pidiendo 370 euros por una entrada de los Pixies. Certificaba el inusitado interés que ha despertado su visita. Lógicamente, todo ha cambiado. Pero cuando uno pone cualquiera de aquellos temas míticos del grupo de Boston, después de mucho tiempo, acuden un montón de imágenes y sensaciones que poco tienen que ver con gente de 40 y 50 años yendo a la reventa para ir a verlos al Coliseo. Sí, el Coliseo, el mismo recinto en el que actúa Melendi, Malú o la gira Yo Fui a EGB. Telita.

Los Pixies se encuentran hoy en ese nivel. Y, claro, quien tenga algo de memoria y se abstraiga del devenir de los tiempos, pedirá el pellizco. Similar al demandado cuando Jesus and Mary Chain lideraron el Noroeste en la playa de Riazor. Porque los Pixies eran en los noventa algo muy subterráneo y muy ligado al rock alternativo como para imaginar que algún día se subirían a ese escenario. Entonces, sonaban en garitos al margen de todo. Creo que la primera vez que los escuché fuera de mi casa fue en Duo Duo, el local de la Ciudad Vieja que posteriormente se transformaría en El Caimán. También se podían disfrutar abriéndose camino entre la oleada grunge en el antiguo Bar Egeo o entre las hordas garageras del Lentejo-Crápula. La suya siempre fue una música maleable y adaptable a mil oídos y mil sensibilidades.

Pero si con algo se asocian los Pixies es con el indie. Y esos sonidos tenían su refugio natural en los noventa en el Patachim. Allí no solo sonaron miles de veces temas como Debaser o Monkey Goes To Heaven dándose la mano con Yo La tengo y Sonic Youth. También dejaron rastro en los grupos que empezaban a brotar, como Ojo de Pez o Fuel, deudores del sonido de los Pixies. Muchas veces la fiesta continuaba en el Playa Club, en donde Here Comes Your Man emergía como un himno de la noche.

Di hablamos de un grupo que se dejó seducir por los Pixies en A Coruña es Triángulo de Amor Bizarro. En las canciones creadas en aquel sótano de la avenida de Finisterre en el que ensayaban se ve claramente la conexión con la banda americana. Eran temas crujientes y rompedores que, según muchas biempensantes mentes roqueras, nunca iban a llegar a nada. Ahora se escuchan en todos los festivales del país, cuando no están en México.

Seguramente, muchas de esas imágenes acudan mañana en el Coliseo, viendo que allí hay 6.000 personas celebrando aquella música tan rara como excitante que nos perturbó de jóvenes. Algunos pagando incluso 370 euros en la reventa. ¿Ein? Será el momento de decir «¿quién me diría a mí esto?». Y, por supuesto, demandar un pellizco.