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Manuel Sánchez Rubal: «No tener pelo me ayudó muchísimo en mi vida»

Por Pablo Portabales

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

El empresario abrirá la próxima semana en la calle Bailé su séxta óptica

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es grande. En todos los sentidos. Mide 1,96. «Ahora ya no, pero me hubiera gustado ser más bajo. Me decían que no era feo, pero en las fiestas ninguna chica quería bailar conmigo por ser tan alto. Era una sensación incómoda», recuerda sonriente. «En cambio, no tener pelo me ayudó muchísimo en mi vida. Con 27 años empecé a quedarme calvo y a los clientes les transmitía sensación de edad, de experiencia, y confiaban en mí para que atendiese a sus hijos. Es curioso, estaba empezando mi carrera y la gente ya confiaba en mi trabajo», afirma. También es grande de corazón. De esas personas que te abrazan con su forma de ser. «Hasta el más idiota tiene algo que aportar. Disfruto mucho de la gente. Conozco a muy buenas personas. Estoy muy bien rodeado». Cada respuesta va unida a una anécdota graciosa que cuenta desternillándose de risa. «Casi siempre estoy de buen humor, aunque muchas veces la procesión va por dentro. Tengo ansiedad porque me gusta cumplir», asegura. Aunque no lo parece, dice que su principal defecto es que «tengo prontos. Me enfado bruscamente», confiesa. Llama a su mujer para preguntarle por algún defecto más. «Bea, estoy con Pablo, que me pregunta por mis defectos. ¿Cuáles le digo?». Ella cuelga sin responder. Tras un ataque de risa, Manuel Sánchez Rubal concluye: «Debe de ser que no tengo demasiados».

Historia del comercio

Es mi primera entrevista presencial en casi tres meses. Charlamos en un barril de O Cabo, el local de la calle Picavia que frecuenta y que está enfrente de una de las cinco ópticas de su familia. La sexta se inaugura esta semana. La primera es del 4 de julio de 1985 en la avenida de Finisterre, con lo que dentro de poco celebrarán el 35 aniversario. Ahora, en plena desescalada, abren en la calle Bailén 7. «Debe de ser uno de los primeros locales comerciales que hubo en la ciudad. Fue Tovaris, Pascual, Hispano Olivetti… Hemos respetado su encanto de siempre. No va a hacer historia, va a ser historia. Hay que estar a la altura del bajo», avanza. Abre en un momento difícil y es consciente. «La óptica de Picavia es de diciembre del 2012, que fue el peor trimestre en la historia de la crisis. No me llegaba la camisa al cuello. Ahora estoy asustado de responsabilidad, no de miedo», analiza. Es óptico optometrista y tiene un poco de hipermetropía y astigmatismo. «Veo bien, pero me pongo las gafas y veo de cine», comenta mientras se pone y se quita las modernas gafas que luce. «Son de la firma americana Barton Perreira. Se llevan las gafas de pasta tipo años cincuenta y sesenta y vuelven a estar de moda las de metal, pero nunca acaban de cuajar. Solo tienen que sujetar dos lentes y te sigue sorprendiendo que haya tantos modelos, tantas marcas y que nunca se repitan», analiza Manuel, que recomienda fijarse bien en la calidad del producto que se adquiere. «Es que desde el punto de vista sanitario están considerados equipos de protección. Comprar gafas en un mercadillo o en la calle debería estar prohibido», sentencia.

Amigos y golf

Tiene 61 años. «Soy de la gran cosecha del 59». Tiene dos hijas de 31 y 29. Noto que se le ilumina la cara cuando habla de ellas. «No tengo nietos y me encantaría que me llamasen abuelo», confiesa. Su gran pasión, además de compartir momentos con sus muchos y buenos amigos, es el golf. Y sigue enamorado de su profesión. «Me parece fascinante, casi mágico, poner unas gafas y ver. Y me encanta la expresión de la cara de las personas cuando mejoran su vista». Dice que de cara al futuro confía más en los pasajeros que en los conductores del bus. «Creo que hemos tenido mala suerte con los que nos representan». Tan solo se pone un rato serio. Después vuelve a sonreír y confiesa su gran sueño: «Me gustaría ser uno de los Teleñecos, uno de esos ancianitos que están en el teatro protestando por todo», dice en referencia a Statler y Waldorf, la pareja de personajes de Los Muppets. Qué grande.