Una palabra muy pavera

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

A CORUÑA CIUDAD

20 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Iba un servidor en el bus de Monelos cuando accidentalmente llegaron a sus oídos retazos de una conversación entre dos señoras instaladas en asientos separados por el pasillo. A lo dicho por una sobre una tercera persona respondió la otra con un «Es muy pavero». Aquello removió la memoria del oyente accidental, al que aquel adjetivo transportó a la niñez, a conversaciones plagadas de paveros y paveras, casi siempre precedidos de muy o del gallego ben.

Si el lector curiosea por diccionarios de español en busca de precisiones sobre estos paveros, poco va a encontrar. Para el de la Academia, pavero es quien cuida las manadas de pavos o los vende, además de un sombrero andaluz. Del pavero del autobús hay un rastro en el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, que llega a la acepción de ‘simpático o chistoso’ de la mano de Cela en Mazurca para dos muertos: «Chufreteiro es muy pavero y ocurrente y cuenta cuentos de Otto y Fritz poniendo acento alemán». Podría tratarse de una de esas voces gallegas que, por su expresividad o sus matices semánticos, emplean en castellano algunos de nuestros grandes autores, como el propio Cela o Torrente Ballester.

El Diccionario galego-castelán de Leandro Carré Alvarellos traduce este adjetivo como ‘bromista, burlón, gracioso, chancero’. Pero de entre los mejores diccionarios gallegos modernos solo lo encontramos en uno, aunque con un tipo de letra que reserva para palabras ajenas al gallego estándar. Quizá por ello no lo registra el de la Academia Galega.

Sin embargo, pavero ha sido empleado por muchos autores gallegos de prestigio, como Antón Villar Ponte («É ben pavero»), Otero Pedrayo («Culeiro, culeirón, non derrees o carretón que il é rapás falangueiro, pavero e namoradeiro, mais si pousa no canteiro soprará o cubete inteiro»), Neira Vilas («¡Qué xoguete máis pavero!»), Risco («unha inglesa vestida dun xeito pavero»), Blanco-Amor («Máis que ateo era un pavero que tomaba de coña as cousas de enriba») y Méndez Ferrín («Lle tatuara unha serpente darredor do pene e un ratiño moi pavero no prepucio»).

El gran número de usos de esta voz que registran los corpus del ILG y del Centro Ramón Piñeiro nos confirma que este pavero no es ajeno al gallego. Tampoco lo es al castellano de Galicia, al menos en los usos orales. Es una pena que nadie reivindique como propia una palabra tan pavera.