
El Instituto Tecnolóxico de Galicia y la compañía SDLE culminan una alianza estratégica para avanzar en el sector de los vehículos no tripulados, apoyada por la Xunta con 600.000 euros
03 mar 2021 . Actualizado a las 17:52 h.La imagen del cielo cruzado por cientos de artefactos ocupados por personas viajando de aquí allá ha dejado de pertenecer al futuro. El director ejecutivo de la empresa china Ehang acude cada mañana a su trabajo a bordo de un dron y, aunque el pasado verano la compañía escogió Sevilla para realizar las pruebas experimentales de su servicio de transporte de pasajeros, será Galicia, y A Coruña en particular, la punta de lanza de la investigación en vehículos aéreos no tripulados. Lo está siendo ya.
La iniciativa privada del Instituto Tecnolóxico de Galicia (ITG), una fundación con sede en el Cantón Grande que reúne en su patronato a Administraciones públicas, universidades y colegios profesionales, entre otras instituciones, ha alumbrado una alianza estratégica con Star Defence Logistic & Engineering (SDLE), inversor en soluciones para drones del sector de defensa, que movilizará 4 millones de euros (el 30 % aportado por la Xunta) para desarrollar tecnología que mejore la autonomía de aparatos capaces ya de actuar solos para llevar un salvavidas a un náufrago, medir el tráfico o los asistentes a una manifestación.
En la presentación del programa FASTfly 2035, fruto de esta unidad mixta de investigación que echó a andar en el 2017, los promotores ofrecieron ayer una demostración de los avances que han conseguido durante estos tres años y de las posibilidades que se abren para actividades capitales como las emergencias. Simularon, así, el rescate de una persona atrapada entre las rocas en un punto de A Mariña lucense. La Axencia Galega de Emerxencia (Axega), que colaboró con el proyecto, estima que el dispositivo para llegar se demoraría unas tres horas. A un dron le llevaría minutos. «Podemos operarlo desde cualquier lugar del globo», explica Analía López, ingeniera de Telecomunicaciones y responsable de Sensórica y Sistemas Aéreos no Tripulados del ITG. Una caja cúbica de 1 metro de lado protegería el aparato, a modo de hangar, hasta que cualquier circunstancia requiriese su activación.
Los retos de los próximos tres años, después de la confirmación de la subvención de la Xunta, apuntan a avances en la «consciencia situacional» del dron, los aterrizajes de precisión y despegue o el control de baterías. Y aunque fuera del alcance de los tecnólogos, la regulación. «Hoy en día en España aún se está acabando de desarrollar y para que el mercado de los drones se consolide hace falta un marco normativo claro y la seguridad de que se puede dejar hacer», recalca la ingeniera.
