Estelle Bisson, artesana: «La tapicería es una especie de terapia para mis alumnos»
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A CORUÑA CIUDAD
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Hace más de un año abrió un taller y ahora imparte clases tres días a la semana
31 ene 2022 . Actualizado a las 11:39 h.Estelle Bisson trabajaba en París como ingeniera ambiental en una institución pública. «Era un trabajo de oficina, puro y duro, en el que yo no encajaba en absoluto. Quería romper con aquello y hacer algo creativo», recuerda. El Su punto de inflexión llegó cuando ella y su pareja gallega se mudaron a A Coruña. «Lo teníamos decidido hace tiempo pero justo llegó la primera ola de la pandemia y lo pospusimos seis meses. Y otros seis meses más. Hasta que nos dijimos que teníamos que venir ya o no lo haríamos nunca». Así que a principios del 2021 ya estaban acomodados en la ciudad. Su pareja montó una clínica de fisioterapia con su hermano en el paseo de los Puentes, mientras que Estelle abrió el taller de tapicería Atelier Estelle B., en la calle Cuesta de la Unión. «Al principio era solo taller y tienda, y tan solo me ocupaba de los encargos que recibía. Pero como el local era muy grande, decidí que podía aprovecharlo también para dar clases», explica. Y, desde hace un tiempo enseña el arte de tapizar tres días a la semana: miércoles y sábados por la mañana, y los viernes, por la tarde. «El resto de la semana los dedico a mis proyectos, a los encargos que tengo en marcha», añade.
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Estelle explica que el giro que dio su vida al convertirse en artesana fue radical y eso mismo es lo que sienten sus alumnos al estar tres horas seguidas (lo que duran las clases) centrando sus pensamientos en una actividad que los abstrae de los problemas del día a día. «No sabía muy bien cómo iba a reaccionar la gente, pero tengo los grupos llenos. Es una especie de terapia y les ayuda a centrar la mente en algo creativo. Además, es muy satisfactorio porque pueden restaurar sus propios muebles. De hecho, tengo alumnos que ya van por su tercer proyecto, así que muchos ya lo han interiorizado como un pasatiempo», explica Estelle. Ella misma analiza la vida que tenía antes de descubrir el tapizado y dice que no hay color: «Antes a nadie le importaba si iba o no iba a trabajar. Ni yo tenía interés en ir. Ahora, aunque estoy sola en el taller la mayor parte del tiempo, es muy agradable porque me siento más útil, veo el resultado del mi trabajo cada día e, incluso, me siento mejor». Ese entusiasmo es, precisamente, lo que transmite a sus alumnos: «Es que trabajar en algo que te gusta tanto... no es trabajar». El único inconveniente, por encontrar alguno, es que no diferencia entre el horario laboral de la vida privada. «No me molesta incluso trabajar en domingo, porque como no es algo obligatorio tampoco es desagradable. Ni siento la necesidad de tener vacaciones. Pero, precisamente por eso, me he puesto un límite. Porque, de vez en cuando, es importante alejarse y buscar otros entretenimientos. Los autónomos trabajamos a tiempo completo, pero a veces hay que parar y poner límites», indica.