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Tono Carabel: «En A Coruña se venden más Rolex que en otras ciudades»

A CORUÑA CIUDAD

Tono Carabel, copropietario de la joyería Jael de la calle Compostela, en A Coruña
Tono Carabel, copropietario de la joyería Jael de la calle Compostela, en A Coruña ÁNGEL MANSO

José Antonio Carabel Riveiro es de Bergondo y empezó en el mundo de la joyería desde abajo. Está especializado en diamantes

14 feb 2022 . Actualizado a las 12:27 h.

Con su apellido y siendo natural de Bergondo «estaba predestinado a dedicarme a este mundo de la joyería. Hay muchos Carabel en el sector, mis primos, mi hermano, mi tío... Todos son muy buenos comerciales y conocen a la perfección el negocio», comenta José Antonio Carabel Riveiro, Tono para todos. Es una persona campechana, que habla de cualquier tema con la misma naturalidad con la que te recibe. «Aquí se trata bien a todo el mundo al margen de lo que se vaya a gastar. Y atendemos a todos los comerciales y vemos los productos que traen. Después llegaremos a acuerdo o no, pero yo siempre trabajé al mayor y sé lo que es», asegura. Charlamos en su despacho de la joyería Jael de la calle Compostela. Me enseña piedras preciosas que pronto se convertirán en joyas. «El ochenta por ciento lo hacemos nosotros. Todas nuestras piedras están certificadas. Lo mío, mi especialidad, son los diamantes. Trabajé 15 años en la bolsa de diamantes de Amberes, que antes dominaba el 70 por ciento del mercado. Ahora se desplazó a India. El que no tenga un contacto allí está muerto», sentencia el experto. 

Por San Valentín

Tiene 58 años y tres hijos de 29, 28 y 25 años. Dos de ellos, Marta y Toneque, trabajan con él. «Este proyecto de Jael es gracias a mi socio-amigo-hermano José María Fernández, Chema. Me propuso esta idea, que es algo que yo nunca había hecho, atender a particulares y vender al público artículos de lujo. La gente es maravillosa y ya viene con una confianza tremenda. Son clientes y amigos», asegura. Los cinco primeros años de su vida los pasó en Bergondo con sus abuelos, después residió en Madrid, viajó por trabajo por todo el mundo, y hace siete años regresó a casa. «Me independicé de mi familia. Quería saber qué podía hacer por mí mismo. Cómo te tienes que ganar las habichuelas. Por suerte, mis padres y mis tíos siempre fueron jefes muy duros, muy rectos y eso me vino muy bien para espabilar. Volví a casa y la pena es no haber venido bastante antes. Aquí se vive muy bien, hay un gran nivel de vida. En A Coruña se venden más Rolex que en otras ciudades. Es por el movimiento que hay y porque creo que hacemos las cosas bien como distribuidores oficiales. Los de la marca están encantados», explica. Faltan unas horas para San Valentín. «Se nota, gracias a Dios hay mucho romántico. Noviembre y febrero son siempre dos buenos meses. Uno porque está cerca la Navidad y la gente es previsora y este mes por el Día de los Enamorados y porque muchos empresarios a los que los resultados del ejercicio anterior les fueron bien deciden darse un capricho. Aquí no vendemos bienes de primera necesidad. Es un negocio para caprichosos», afirma. 

Boxeo y cocina

Le encanta hablar de su trabajo y me cuesta derivarlo hacia otros temas. Confiesa que su principal afición es cocinar. «Me divierte todo, desde ir al mercado a hacer los guisos. Los bacalaos los bordo, tuve buenos maestros en el País Vasco. Las cocochas al pilpil me las suelen pedir los amigos». Cuando era joven jugó al rugbi, incluso en primera división. Cuerpo no le falta. «Ahora voy a clases de boxeo al mediodía y también practico crossfit a mi ritmo», destaca. Recuerda que su primer trabajo antes de incorporarse a la empresa familiar fue en Entel, una empresa que era de Telefónica. «Después empecé con la joyería desde abajo. Aprendes a base de palos. Fueron muchos viajes, muchos hoteles...», rememora. Ahora su vida no es como la de antes, pero «en marzo y abril hay bastantes citas y ya tenemos una agenda con ferias y presentaciones de relojes», avanza. Dice que su principal virtud es ser «una persona de honor» y su defecto más destacado es ser «un cascarrabias». Antes de la despedida me vuelve a hablar de Chema, su socio y amigo al que tanto debe, y me presenta a todo el personal, incluido al vigilante de seguridad que vigila la entrada del elegante negocio de la plaza de Vigo. «Víctor es uno más del equipo», asegura con cariño Tono Carabel, de los Carabel de Bergondo de toda la vida.