
Si unimos la línea de puntos de los códigos postales por los que hemos ido deambulando durante años, nos sale algo muy parecido a una biografía
14 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Si unimos la línea de puntos de los códigos postales por los que hemos ido deambulando durante años, nos sale algo muy parecido a una biografía.
Lo pienso ahora, cuando estoy a unos días de saltar del 15001 al 15006 y de tragarme, de golpe, cinco casillas del mapa de distritos en el que Correos resume A Coruña.
Vine al mundo en el 27004, en una calzada romana de Lucus Augusti que entonces llevaba el nombre infame de 18 de Julio y que ahora, felizmente, es la rúa do Camiño Real. De ahí me vine a nuestro 15011, donde pasé la niñez y la adolescencia, entre Rodríguez Yordi y Peruleiro.
Desde la acera de Preferencia —la grada elevada de cuando nos conocimos— me fui a estudiar y a conocer la parte líquida del mundo. Primero al 15782 de Santiago, luego al DO4 V1W8 de Dublín (el más exótico de todos mis códigos) y después al 08012 del carrer del Perill (la calle del Peligro) de Barcelona.
Tres universidades después, llegó el momento de regresar a nuestra ciudad y sentar cabeza, aunque siempre me ha intrigado qué significará exactamente eso de sentar cabeza y, de hecho, cuando lo oigo, todavía hoy me imagino a un musculoso gimnasta haciendo el pino sobre un taburete.
Viví en el 15002 de la calle Marola, república independiente de Monte Alto, y luego me instalé en el 15001, que es a la vez el núcleo atómico y la aldea gala de A Coruña. Pero incluso a la Ciudad Vieja se le agota su tiempo y ahora me toca levantar los tejados del 15006 para descubrir cómo viven los habitantes de esa otra Atlantic City.
No sé cómo afectará el nuevo código postal a lo que escribo, supongo que me saldrán columnas con más semáforos y menos románico, pero, como siempre, dejaré que A Coruña me lleve de la mano adonde ella quiera.