Serpiente venenosa con ADN coruñés

La víbora de Seoane, una especie muy frecuente en la zona que solo existe en el noroeste peninsular, únicamente ataca si se ve amenazada. Si nos detecta, se escapa
Son grandes aliadas de los agricultores pero también la peor pesadilla de muchas personas desde tiempos inmemoriales. Todas las serpientes y culebras de nuestro entorno son inofensivas pero hay una, la víbora de Soeane (Vipera seoanei), muy frecuente aquí y solo presente en el norte de España, que nos puede causar más de un disgusto, porque su veneno puede ser letal.
Si nos muerde hay que guardar la calma. «Es por una cuestión fisiológica. El aumento de la frecuencia cardíaca contribuye a la distribución del veneno», afirma Ricardo Ferreiro, presidente del grupo naturalista Hábitat y herpetólogo. «Es como el enchufe de la casa. Está ahí y cumple su función, pero nunca debes meterle los dedos dentro». Pues, básicamente, pasa lo mismo con las víboras. Solo atacan cuando se sienten amenazadas. «Si ven algo que avanza hacia ellas como nuestra mano o la cabeza de un perro que va a olisquear».
¿Cómo evitar una mordedura? Por ejemplo, extremando precauciones en la hora punta. «Las víboras salen a calentarse y comienzan a estar activas con las primeras horas de sol». Si ya te ha picado, «no hay que hacer cortes, ni chupar la herida, ni intentar coger la víbora porque lo más probable es que nos vuelva a morder», explica el experto. Las estadísticas revelan que los casos de ingresos por mordedura de víbora son muy escasos. Los ataques pueden ser cien al año en toda España, con los millones de personas y de víboras que existen, así que están muy por debajo de cualquier otro accidente. «Es casi más fácil que te toque la lotería», bromea Ferreiro. Lo saben bien sus compañeros David Dopereiro e Ismael Espasandín, que llevan cuatro años estudiando la herpetofauna, en concreto, la víbora de Seoane, en A Coruña, para poner en valor la biodiversidad ligada a las prácticas agrarias.
Los otros «bichos» mal llamados peligrosos de la zona
Conviven con nosotros desde hace millones de años y son especies que cumplen un papel muy importante en los ecosistemas, pero sus picaduras y mordeduras les otorgan una sempiterna mala fama. Fama que para los naturalistas está injustificada (porque solo son su sistema de defensa o arma de caza), pero que para el común de los mortales es la mayor de las pesadillas. Por eso, dicen los expertos, es importante conocer sus costumbres, beneficios y el papel que juegan en el medio natural. Eso podría evitar la mayor parte de los encuentros desafortunados y, a veces, mortales. Esta es la relación de la fauna supuestamente peligrosa que tenemos presente en la comarca coruñesa.
Insectos
Avispas y abejas pican y causan reacciones alérgicas, pero también controlan poblaciones de otros insectos perjudiciales y son grandes polinizadores. Garrapatas y pulgas pueden ser vector de transmisión de enfermedades, pero las arañas son fauna útil, porque controlan insectos como moscas y mosquitos. Y ojo con las orugas de procesionaria y otras con pelos urticantes.
Animales marinos
Solo salen señalados la faneca brava, el tiburón azul (que se puede acercar a la costa en verano), las medusas y los erizos de mar.
Anfibios y reptiles
Aparte de la víbora de Seoane, salamandras y sapos secretan unas sustancias tóxicas (si se manipulan sus glándulas) como método de defensa. Con no llevar las manos a los ojos o a la boca, llega. Son animales protegidos.
Mamíferos
Los mamíferos no suelen generar problemas, pero acercarse a ellos puede entrañar riesgos. Como norma, nunca debemos alimentar a un jabalí, ni aproximarnos a hembras con crías ni a ejemplares heridos. Las ratas y otros roedores pueden morder si se sienten acorraladas, al igual que el zorro o el tejón. Y nunca manipules un murciélago sin guantes.
Ricardo Ferreiro, presidente Grupo Naturalista Hábitat: «Nunca debemos echarle la mano a una víbora»
Uno de los mejores herpetólogos (conocedores de reptiles y anfibios) de Galicia es el presidente del Grupo Naturalista Hábitat.
LORETO SILVOSO

Herpetólogo: dícese de la persona que se dedica al estudio de anfibios y reptiles. Es la especialidad de Ricardo Ferreiro, presidente del Grupo Naturalista Hábitat.
—¿Hay serpientes venenosas en la comarca coruñesa?
—Sí. Por suerte tenemos una especie que es exclusiva del noroeste de la península ibérica que es la víbora de Seoane. Un animal que, para cazar, utiliza el veneno.
—¿Dónde se localiza?
—Es muy frecuente en casi todo los hábitats. Por ejemplo, junto a las zonas de cultivos, espacios húmedos, dunares, claros de bosque, etc. Es un animal que está presente en muchos puntos de la geografía y muy bien distribuido.
—¿Es venenosa?
—Sí. Como todas las víboras, inocula veneno a sus presas porque la víbora es lenta, sus presas muchas veces son roedores y son rápidos. Su estrategia es inocular el veneno: el animal se escapa, sigue corriendo pero, poco a poco, para, se muere y es cuando la víbora se puede acercar a comerlo.
—¿Cumple alguna función positiva en la naturaleza?
—Sí. Como todas las especies que forman parte del ecosistema tienen su función y su nicho ecológico. Y además de cumplir su función en el ecosistema, es un animal protegido.
—¿Está en peligro de extinción?
—Sus poblaciones están por debajo de lo que sería deseable. Todos los anfibios y reptiles están protegidos y además esta es una especie que solo existe en el noroeste ibérico. No hay otro lugar en el universo en el que exista. Entonces, somos nosotros los responsables de cuidar esas poblaciones.
—Si es tan frecuente aquí, ¿es fácil toparse con ella?
—Sí, hay muchos encuentros cercanos o situaciones en las que estamos cerca de ella. Muchas más de las que pensamos.
—Me está dando algo de grima oírle decir eso.
—Quiero decir que, simplemente, el animal cuando nos detecta, se escapa. Eso es lo que pasa el 99,9 % de las veces que nos encontramos con una víbora. La mayor parte de las veces el ser humano no es consciente de que ha existido ese encuentro. Antes de que las personas la vean medio a la sombra, entre la vegetación o en el borde de un camino. Y cuando pasa alguien, la víbora se retira discretamente y la persona ni se da cuenta. Esto es lo que ocurre en la mayoría de los casos.
—¿En qué punto de la comarca es más fácil verla?
—En cualquier zona verde, incluso suburbana, al borde la ciudad. Puede ser en Betanzos en todo su entorno, por ejemplo, y en A Coruña, en la zona de Visma, Feáns… Cualquier espacio que conserve algo de vegetación y de medio natural, ahí nos la encontramos. De hecho, recientemente tuvimos una actividad en la zona de Feáns, porque es un sitio donde es muy abundante. Se la presentamos a vecinos para que la conocieran y vieran que es un animal valioso. Nuestros compañeros David Dopereiro e Ismael Espasandín, dos expertos que están haciendo un estudio sobre ellas para la universidad, la capturaron y se la mostraron a los asistentes para que la gente tenga conciencia de que es un valor de este entorno y también para decirles lo que no hay que hacer. Sobre todo, para no tener que lamentar situaciones que a veces se dan.
—¿Y qué no hay que hacer?
—Nunca debemos echarle la mano a una víbora. Atacan cuando se sienten amenazadas. Eso es lo que hay que tener claro.
«Hay que marcar con rotulador la zona de la mordedura»
El doctor Viso recomienda «marcar» la picadura con un boli.
loreto silvoso

Abrimos el manual de primeros auxilios con Manuel Viso, hematólogo del hospital San Rafael.
—¿Qué debemos hacer ante una picadura de víbora?
—En primer lugar, tenemos que lavar con agua la zona, usar un antiséptico como una clorhexidina y luego marcar con un rotulador o un bolígrafo un círculo de puntos alrededor de la herida.
—¿Por qué se debe marcar?
—Porque los animales suelen tener bastantes gérmenes en la boca y es factible que se pueda infectar la herida, a pesar de que hagamos bien las curas. Se puede empezar a poner rojo alrededor de los bordes, porque la infección se va diseminando por la grasa que está debajo de la piel. Como eso puede llegar a ser grave, advertimos al paciente que acuda al hospital. A veces hay que ingresarlos para ponerles el antídoto por vena.
—¿En qué casos se pone?
—Solo en el hospital y en situaciones muy concretas, que es cuando puede haber un riesgo vital. El antídoto, de buenas a primeras no hay que utilizarlo, porque las reacciones pueden ser peligrosas. Solo se usa cuando el paciente puede estar entrando en un shock séptico por infección o en un shock anafiláctico
—¿Cómo podemos saber si hay infección?
—Por la reacción inflamatoria. Esa zona se va a poner roja. Lo que tienes que ver es que esa rojez no se siga extendiendo más allá de los bordes marcados con puntos.
—¿Eso qué supondría?
—Si se extiende la rojez, ya no es inflamación, sino infección. A veces, la víbora te muerde a la altura del tobillo y te da otra en el gemelo. Debes rodear ambas heridas e ir observando si hay un crecimiento de la infección por fuera.
—¿Les llegan muchas picaduras de víboras al hospital?
—No, son muchas más las picaduras de avispas velutinas, perros…
—¿Te puedes llegar a morir de una picadura de víbora?
—Depende de la cantidad de veneno y si se infecta o no, pero sí. Estas infecciones pueden llegar a ser graves, porque son bacterias peligrosas que pueden generar un shock séptico. Lo normal es que no vayan a más y lo máximo es que se quede en la herida.
—¿Qué más debemos saber?
—Si la mordedura es importante, nunca se deben coser inicialmente las heridas. A las bacterias anaerobias les gusta vivir sin oxígeno. Es mejor esperar un poco.