Los drogadictos atascan las máquinas de vending en A Coruña para quedarse las vueltas

A CORUÑA CIUDAD

Aunque las cámaras graban los delitos, los delincuentes salen impunes
03 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No es una novedad. Ha pasado toda la vida. Como en su día lo hacían con las cabinas de teléfono que había en las calles. Pero en los últimos años los estropicios que causan los drogadictos, principalmente, en los negocios de vending de A Coruña van a más. «Día sí, día no, nos encontramos con máquinas rotas, con el cajetín forzado, con cristales estallados... Es el pan de cada día», explica el trabajador de una empresa que tiene varios de estos negocios en la ciudad. En concreto, los destrozos son más habituales durante los fines de semana. «En nuestro caso, tenemos cámaras de vigilancia en todos los puestos. Sabemos quiénes son y cómo actúan, pero al ser normalmente hurtos o pequeños delitos, no podemos hacer nada», explica este trabajador.
Alambres para coger mercancía
La forma de actuar es variada. Algunos lo que hacen es atascar el cajetín donde los clientes deben recoger las vueltas. Pasado un tiempo, los delincuentes vuelven con un martillo, desatascan esa salida y recogen las monedas que se quedaron acumuladas. Otras veces «están hasta quince minutos» buscando dinero que se pudo haber caído debajo de las máquinas: «Meten palitos para utilizarlos como una especie de escoba y recoger todo lo que se haya caído y pueda estar escondido. Es curioso, pero se pasan bastante tiempo con esta maniobra y en posturas bastante incómodas». También utilizan alambres en determinado tipo de máquinas para meterlas por el espacio de salida de los productos con el objetivo de hacer caer botellas, bolsas... Cualquier cosa les vale, porque luego lo venden para comprar su dosis. Normalmente son botellas de refrescos que, curiosamente, son las más caras y están en la parte más baja del expositor».
Lo más escandaloso es que los drogadictos «ya no se cortan un pelo» y hacen estos tejemanejes a cualquier hora del día, incluso con clientes que al mismo tiempo están comprando. «Aporrean las máquinas, las zarandean e intentan romper las pantallas, por lo que es más caro el daño que ocasionan que el beneficio que ellos pueden obtener», confirman.
Aseguran que, gracias a las cámaras de seguridad, saben que casi siempre son las mismas personas las que causan los problemas. «Está todo grabado. Claro que sabemos quiénes son y siempre son los mismos. Pero ¿qué podemos hacer? Aunque denuncies vuelven al día siguiente».
Este problema delictivo se ha normalizado de tan forma, que los ladrones ya actúan con total impunidad, con la excusa de que se le han «quedado atrapados 20 euros», como explicó uno de esos delincuentes a una clienta.
No es la única forma que tienen estas personas de conseguir dinero sin acabar en la cárcel. Pequeños robos y hurtos de productos que después puedan vender centran sus actuaciones ilegales. El fin de semana pasado, por ejemplo, se llevaron una caja de cinco kilos de cigalas de una pescadería de la avenida de Oza por valor de 250 euros y que ofrecieron por bares, restaurantes e, incluso, a particulares por la zona de Os Mallos. Lo hicieron sin pudor también, en las proximidades del narcobajo situado en la confluencia de las calles Francisco Catoira con Mariana Pineda y que tantos problemas está dando a los vecinos por ruidos, peleas e inseguridad.
Robos a repartidores
Y los repartidores de mercancías, ya saben a lo que se exponen en esa zona si dejan los camiones sin cerrar. «Nos roban cajas de botellas de refrescos, de vino, también bollería... Les da igual, les sirve cualquier cosa. Por eso ya sabemos que aquí, en Francisco Catoira, no podemos dejar nada abierto mientras hacemos el reparto», dice uno de los profesionales.

Tranquilidad en el narcobajo
Los comerciantes de la zona ya advierten a todo el mundo de que tengan cuidado. De hecho, esta misma semana robaron el bolso a una persona que dejó el coche abierto. «Se paró un momento para recoger al niño, dejando la ventanilla un poquito abierta. Y el bolso estaba bajo una cazadora, pero aún así, le abrieron la puerta y se llevaron todo», explica un vecino de Francisco Catoira. En todo caso, explican que estos días, tras la repercusión que ha tenido los problemas que causa el narcobajo de Francisco Catoira, «está todo muy tranquilo, no hay actividad». Tan solo, explican los vecinos, la verja del narcobajo okupado se abre y se cierra a primera hora de la mañana, entre las ocho y las nueve. «Posiblemente cuando no se vean tan expuestos públicamente volverá todo a la normalidad, al ir y venir de drogadictos y delincuentes», se lamentan los residentes y trabajadores afectados.