José García Diez, Pepín, el hombre que puso de moda en A Coruña tomar los callos dominicales
A CORUÑA CIUDAD

Pepín, «alma mater» y último regente de La Cantera, falleció a punto de cumplir 80 años
07 oct 2023 . Actualizado a las 20:43 h.Descanse en paz Pepín, último regente de la familia García, junto a su mujer, Merchi, del bar La Cantera de A Coruña; herencia de sus padres.
José García Diez, Pepín, nació en Rimor, un pueblo cercano a Ponferrada, el 2 de enero de 1944. Fue inscrito en el registro, como muchos otros en esa época, el 31 de diciembre de 1943, para entrar en el servicio militar un año antes. Allí era feliz con sus padres, Adolfo y Teresa, y su hermana pequeña, Fina. Trepaba a los árboles y jugaba con mastines. Pero cuando su padre se planteó dejar atrás un futuro incierto en el campo y mudarse a una ciudad extraña, él no dudó en alentarlo. Con apenas nueve años inició su aventura coruñesa. Sus padres transformaron una pequeña abacería en bodegón, que además era vivienda.
Ya en A Coruña, cursó estudios en el Colegio del Ángel y en la Escuela de Comercio, donde hizo infinidad de amigos que mantuvo a lo largo del tiempo.
Su corazón se lo entregó a la mujer de su vida, Mercedes, con la que crio a sus tres hijos: Raquel, Adolfo y Daniel. Juntos se sacrificaron para proporcionarles la mejor herencia: una educación universitaria.
Fiel seguidor del Real Club Deportivo de La Coruña, del que fue socio muchos años, y del Athletic de Bilbao, a cuyos jugadores invitaba a comer en La Cantera cuando estaban por La Coruña en tiempos de Iríbar. También le gustaba jugar a las cartas, sobre todo al tute, participando, junto a sus amigos, en varios torneos y ganando algunos.
Trabajó con sus padres, y más tarde con su esposa, en el bar La Cantera, donde se juntaban clientes de todo tipo y clase social a comer los callos, beber vino clarete del Bierzo, hablar de la actualidad y ver los partidos de fútbol. Todos los años, en San Juan, se organizaba una multitudinaria sardiñada por la peña Los 20, donde todos los clientes podían degustar la típica sardina o el churrasco entre historias y risas.
La verdad es que Pepín hizo de La Cantera más que un bar un lugar de encuentro donde todos eran una familia. La Cantera nunca cerró sus puertas, y las pocas veces que Pepín y Merchi, por causa mayor, no podían estar allí, eran los propios clientes los que querían abrirlo y se encargaban de atenderlo.
Una vez jubilado, Pepín siguió manteniendo el contacto con sus amigos y conocidos del barrio, era muy habitual verlo por la calle haciendo recados, tomando un vino o viendo el fútbol en los bares de la zona. Aunque en los últimos tiempos le costaba andar por culpa de la «maldita» artrosis, él seguía fiel a su rutina y hacía su ruta todos los días.
Pepín vivió su vida como él eligió hasta el final, pendiente de su mujer, con quien jugaba la partida todas las tardes, haciendo sus sudokus y alternando por el barrio hasta el último día.
A los 79 años falleció, a falta de 3 meses y 2 días para convertirse en octogenario. Se fue demasiado rápido para los que deja en este mundo, especialmente para sus nietos, Álvaro y Carla, pero fue lo mejor para él, porque ni se enteró de que había llegado su hora. También deja a Merchi y a sus tres hijos muy tristes por su marcha, pero muy felices porque vivió una vida plena hasta el final.
Ahora está junto a sus padres en el cementerio de San Amaro, en el nicho familiar, y seguro que se habrá reencontrado con la familia y los amigos que han partido antes que él y todos juntos estarán tomando un vino y compartiendo historias y recuerdos .Pepín, descansa en paz.