Óscar Quijano: «Ser la banda sonora de alguien es extraordinario»

Carlos Portolés
carlos portolés REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Raúl (izquierda), Manuel (centro) y Óscar (derecha), los tres hermanos integrantes de la banda Café Quijano.
Raúl (izquierda), Manuel (centro) y Óscar (derecha), los tres hermanos integrantes de la banda Café Quijano. Cedida

La banda de los hermanos leoneses tocará este sábado a las 20.30 horas en el Palacio de la Ópera de A Coruña; más adelante, pasarán por Ourense, el día 15, y por Pontevedra, el 16 y el 17

29 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de un cuarto de siglo llevan los hermanos Quijano sirviendo su café por los escenarios del mundo. Con una trayectoria tan larga, es inevitable tener una mochila abultada de recuerdos. Muchos, la gran mayoría, alegres. Algunos, claro, no tanto. Pero con el ánimo por las nubes llegan al Palacio de la Ópera de A Coruña, donde ofrecerán espectáculo y ritmo este sábado a las 20.30 horas. Un recorrido por los éxitos de ayer y de hoy a caballo entre sus dos géneros predilectos, el rock y el bolero. Más adelante, pasarán por Ourense, el día 15, y por Pontevedra, el 16 y el 17.

Tres son los Quijano —apellido, por cierto, muy literario— que integran la banda. Manuel, el mayor; Óscar, el mediano, y Raúl, el pequeño. Habla el segundo a apenas dos días del esperado retorno del clan a tierras gallegas. Porque, aunque no sean de aquí, tampoco son unos extraños. «Se podría decir que Galicia es nuestra segunda casa. Llevamos mucho tiempo yendo. Tenemos familia y amigos, pero sobre todo nos encanta el trato que nos dan los gallegos. ¡Y se come muy bien! Son siempre muy cariñosos con nosotros», insiste Óscar. Sus fulgurantes trayectorias entrelazadas despegaron casi sin querer. Respiraron música en casa desde muy muy pequeños —su padre, además de regentar un bar, era profesor de música—. «Cuando empezamos, no pensábamos que fuéramos a tener una carrera tan larga. Tuvimos la grandísima suerte de poder hacer de uno de nuestros hobbies nuestro modo de vida. Estamos muy agradecidos, sobre todo al público que lleva tanto aguantándonos». Que fuera una afición no quiere decir, no obstante, que la pasión no estuviera ahí desde el inicio. Los tres tienen la cabeza llena de memorias de sus precoces primeros pasos en el cultivo del arte. «Recuerdo acompañar de niño a mi padre a tocar en los colegios y las iglesias. Ya a los 15 nos uníamos a él cuando actuaba en su bar para los feligreses», cuenta.

El éxito sin querer

Con tener un ambiente propicio no basta. Tiene que haber una voluntad de desarrollarse como creador. Aprender a volar más allá de los orígenes sin por ello perder la conexión con la raíz. Aunque crecer en un entorno que incentiva la eclosión de los talentos es una ayuda inestimable. Así lo explica Óscar: «Hay mucha gente que, sin tener ningún tipo de antecedentes musicales, acaba desarrollándose igual y hasta haciendo de la música su vida. Pero nosotros hemos estado en contacto desde bien pequeños».

Siempre cuentan que el estrellato llegó de repente y por azar. Lo de montar un grupo es una idea que se le ocurrió un día al mayor. «“Oye, hermanos, que vamos a hacer una banda”, nos dijo Manuel. Y nos pareció bien. En nuestro primer concierto llenamos un teatro de 1.100 personas, mandamos nuestras maquetas a varias discográficas y así se disparó todo. Sin premeditación, natural y espontáneo», subraya.

Desde fuera puede no quedar demasiado claro si lo de ser hermanos y compartir escenario hace las cosas más fáciles o más difíciles. La respuesta, apunta Óscar, no es ni una ni otra. «Obviamente hay discusiones, rencillas y desencuentros. Muchas veces tenemos distintas opiniones. Pero luego, a la hora de calibrar qué es lo mejor para el grupo, siempre nos ponemos de acuerdo. Al final, pesa lo familiar por encima de todo lo demás. A lo mejor por eso mismo hemos aguantado juntos tanto tiempo», razona.

Los Quijano se han subido a las tablas de medio mundo. Por descontado, han estado en cada rincón de España. Pero también han hecho giras por Estados Unidos, Sudamérica...

Miles son los que han llegado a considerar los temas de Café Quijano como parte de la banda sonora de sus vidas. Esto es para ellos el premio mayor. «Hay gente que nos ha escuchado desde niños. Cada vez vemos más jóvenes en los conciertos... y flipamos: se las saben todas. Es una cosa extraordinaria y bonita, un honor, ser la banda sonora de alguien o incluso una familia».

Veintisiete años de andadura acumulan ya, y, a juzgar por el espíritu que muestran dentro y fuera de los conciertos, se diría que están preparados para veintisiete más. Paso a paso. De momento, el próximo episodio es una noche de sábado gallega, una más.