Juan Fernández, dueño de Malte y La Checa en A Coruña: «Tengo 67 tiradores de cerveza, vino y sidra, pero bebo muy poco»

Es intenso. De los que no paran. Mientras espero en una mesa de su cervecería Malte Atochas posa para la foto, se entrevista con un camarero que va a incorporarse al negocio, charla con un empleado sobre la cata que tendrá lugar una hora después y, a continuación, toma asiento sonriente. «Siempre fui igual, pero con los años me voy aplacando. Casi nadie sabe que soy instructor de yoga tibetano, que es algo que me viene muy bien. Tengo la suerte de haber convertido mi pasión en profesión, la hostelería, la gastronomía y el mundo de las bebidas fermentadas en particular. Cuando no estoy trabajando, estoy corriendo, haciendo senderismo o yoga», resume a la velocidad del rayo Juan Fernández López. Nació un 3 del 3 de 1983 en Foz, lleva 17 años con su pareja, Cris, con la que se casó hace dos y «no tengo hijos pero sí dos sobrinos de mi único hermano a los que quiero como si lo fuesen. Tengo dos gatos rescatados y muy mimados, Mero y Urio», confiesa. Le gustan mucho las fechas, y se acuerda de casi todas. «Abrí el local de la Galera el 2 del 2 del 2012 y este de la plaza de As Atochas el 5 del 5 del 2022, vamos a hacer dos años», relata. Son las seis de la tarde, pido un café y Juan una infusión.

El secreto de la cerveza

Es una maravilla ver la larga hilera de grifos y la variedad de botellas de cerveza del local. «Aquí tenemos 43 tiradores de cerveza, sidra, vino y kombucha, en el de la Galera 20 de cerveza y sidra, y en La Checa, que es el tercer negocio que abrimos en la plaza de España, 4 de Budvar, la cerveza checa de la que somos embajada. Es un local sin chorradas. No hay mobiliario, no admitimos reservas... Es una vuelta a lo original. Solo abrimos el fin de semana y es para tomar una caña y un pincho y marchar», resume. Trabajar al lado de tantas tentaciones tiene que ser complicado. «No me gusta trasnochar ni beber demasiado. Creo que es clave medirse para poder llevar esta empresa con 15 empleados. Si no tienes cabeciña no puedes gestionar todo. Tengo 67 tiradores de cerveza, vino y sidra, pero bebo muy poco», confiesa Juan. Da charlas en las que explica aspectos para mejorar la manera de tomar una buena cerveza. «La de grifo no sabe igual que la de botella y siempre es la aconsejable si la instalación está bien hecha. Nunca recomiendo tomarla en jarra, aunque puede haber alguna a la que le venga bien. Cada cerveza tiene su copa», afirma mientras se levanta a buscar la que lleva el nombre y el logotipo del local. «En caso de duda que tenga pie, que el vaso nunca esté congelado y que te la sirvan con espuma, que hace un efecto protector», resume.

Locales vivos

Hay muchos turistas que se hacen foto al lado del cartel con el nombre de la cervecería. «Se lo puse porque es malta en gallego pero en países como, por ejemplo, Polonia es un nombre, hay gente que se llama así, por eso se fotografían», explica. A los 18 años se instaló en A Coruña para acabar los estudios de Turismo. Tuvo varios trabajos, entre ellos operador de telemárketing, hasta que en el 2010 abrió su primer negocio en Panaderas, donde hoy está el local de cerveza artesana Caneca Furada. «Creo que no funcionó porque no teníamos comida, que es algo fundamental para acompañar a la cerveza». Después montó el bar de la Galera, que se les quedó pequeño y por eso abrió en la plaza de As Atochas. «Es una evolución, pero no tengo en mente ampliar más. Aquí hay espacio para mesas más grandes, para más cocina...», analiza. Se declara fan de la cervecería de Cuatro Caminos, de A Cova Céltica, del Mahara, La Barbería, el Meliora o El Penique. «No se trata de subir y bajar la verja cada día, hay que organizar actividades para que sean locales vivos», aconseja Juan, que promueve el festival de cerveza artesana Birra!, el feirón de fermentación Trangallada, y presta servicios al Fanzine Fest, entre otras iniciativas.

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