Las rosas del Orient Express

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

La flor ferroviaria tiene un aire antiguo, el corazón amarillo pero el filo de los pétalos es rosa fuerte, sombreado, es apretada y crece en un arbusto alto con vistas a la delegación del Gobierno

19 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que ya casi no hay catálogos de agencias de viajes, no se puede soñar con hacer un viaje en el Orient Express pasando las páginas de papel satinado en las que te cuentan las maravillas de un recorrido al alcance de nadie. El tren en el que Poirot descubría asesinos y mujeres misteriosas se paseaban a medianoche con exóticos kimonos es también el nombre de una rosa que estos días luce en la rosaleda de Méndez Núñez. El nombre oficial, marca registrada, es más largo: Pullman Orient Express, con el nombre de la histórica compañía que en algún momento se hizo cargo del recorrido. En el cartel que indica los nombres de las variedades que estos días dan color a la rosaleda, aparece junto a la princesa Alexandra de Kent, pero ninguna tiara británica puede competir con una flor que lleva el nombre de un tren. Aunque no la encontramos en la parte del parque que indica el mapa, que sospecho que hemos mirado mal, sino en otra de las pequeñas avenidas. La rosa ferroviaria tiene un aire antiguo, el corazón amarillo pero el filo de los pétalos es rosa fuerte, sombreado, es apretada y crece en un arbusto alto con vistas a la delegación del Gobierno. Los colores del kimono de aquella mujer que trataba de despistar a Poirot podrían haber sido estos.

Todo en la rosaleda tiene algo de ficción. También unas inmensas rosas rojas. Los pétalos son enormes, aterciopelados. Tan perfectos que parece que un batallón de naipes acaba de darles una mano de pintura para que la reina de Corazones no les corte la cabeza por haber plantado rosas blancas y no rojas. Entre las hojas oscuras podría esconderse Alicia en miniatura... pero todo es menos poético: un poco más adelante, más cerca de doña Emilia, lo único que se esconde es una botella de ron vacía.