
La peluquera regentaba el mítico salón Rafael Alberto de la Calle Real, fundado por su marido y en el que se desempeñaba desde los 23 años
08 sep 2024 . Actualizado a las 23:07 h.Con su jubilación finaliza una gran historia peluquera de la calle Real. Esta semana cerró la mítica peluquería Rafael Alberto, fundada por el marido de Mari Carmen en 1957. Él era de la familia del mítico centro de belleza Au Petit Salón, considerado uno de los primeros de Galicia. «Yo empecé a trabajar en Saldos Arias con 15 años y con Rafael Alberto a los 23, y me jubilé esta semana con 84 años. Estoy bien. Soy menuda y no me cuesta estar todo el día de pie. Las clientas me intentaron convencer para que siguiese, pero no. No hay marcha atrás ni tampoco nadie en la familia que tome el relevo», explica María del Carmen Candal Alonso.
La peluquería es una de esas ubicadas en un primer piso que poco a poco fueron desapareciendo. «De la calle Real éramos la más antigua en funcionamiento y de A Coruña, lo más probable. A la gente le cuesta mirar para arriba», dice sonriente. Charlamos en el local, que es de película. Los sillones para los clientes son unas joyas procedentes de América que pesan un quintal. Los espejos de ambas paredes proporcionan una magia especial. «Vinieron de una productora y les encantó para rodar una película o una serie, pero les resultaba complicado lo estrecho del acceso para meter todos los equipos», recuerda. La peluquería está justo encima de la vieja joyería Salamanca. Había que pasar entre las joyas para acceder al portal y a las escaleras que dan al mítico salón de belleza.
La mejor clientela
Desde el ventanal que da a la calle Real se ve pasar la vida de A Coruña. Intento imaginar lo que podía ser aquello en los años sesenta o setenta. «Eran época de todo lleno. Estábamos hasta las once de la noche. Las clientas decían que hacía muy bien los recogidos. Por aquí pasó lo mejorcito de A Coruña, pero no quiero decir ningún nombre en particular porque para mí todos son importantes», relata esta mujer que a sus 84 años y tras casi 70 de trabajo se muestra discreta y me insiste en que el artículo que le dedique no sea muy grande. Recuerda cuando empezaba, pero le cuesta decirme lo que se cobraba por los trabajos. «Creo que por teñir eran 500 pesetas (3 euros). Teníamos precios asequibles a pesar de estar en la calle Real». A la altura del primer piso sigue existiendo el cartel que pone peluquería Rafael Alberto, que no es el original pero tiene muchos años, Reconozco que pasé miles de veces por ahí y hasta esta semana no me había fijado.
Viajar y pasear
Dice que cuando empezó a trabajar con su marido no sabía nada de este sector. «Yo no era peluquera y tuve que formarme y examinarme. Hice 40.000 cursos y aún ahora seguía viendo vídeos en Youtube sobre tendencias y técnicas», asegura. Le gusta arreglarse y dice que lo seguirá haciendo. Le pregunto si la gente va ahora mejor peinada que antes, «Creo que se va a la peluquería más que nunca, entre otras cosas porque ahora hay muchas y antes éramos muy pocos. Pero lo peinados de antes tenían más caché. Más moños, ondas, recogidos... Ahora todo es igual, aunque respeto a todos los compañeros», reflexiona. Después de 70 años trabajando sin coger una baja se enfrenta a una nueva vida en la que es reina de las 24 horas del día. «Me encuentro bien. No tomo medicamentos y si me duele la cabeza me echo un poco de agua en el cuello y la frente. Me da pena cerrar, me encanta peinar, pero soy consciente de los años que tengo. Ahora voy a intentar pasármelo bien, viajar para conocer sitios a los que nunca pude ir, pasear, aprender alguna cosa...», me cuenta.
Nos despedimos. Salgo del salón Rafael Alberto con la sensación de haber viajado en el tiempo. Como si el mundo fuese en blanco y negro y la máxima tecnología fuese un lavacabezas. Una pena que se pierdan joyas como esta, aunque después de tanto tiempo Mari Carmen merece descansar.