Cajón de sastre

Hugo Álvarez Domínguez

A CORUÑA CIUDAD

alfonso rego

El recital de Marko Mimica se esperaba con interés, pero el resultado fue una velada inconexa y descafeinada

24 oct 2024 . Actualizado a las 19:04 h.

Marko Mimica tiene una carrera descollante en el panorama operístico actual: habitual de los más importantes teatros. Su recital Long Time Ago se esperaba con interés en la Temporada Lírica de Amigos de la Ópera. El resultado, sin embargo, fue una velada inconexa y descafeinada en la que solo pudo mostrar parcialmente sus virtudes.

El programa (sin entreacto y casi sin solución de continuidad) dibuja un recorrido melancólico sobre el amor formado por fragmentos que, más allá de las temáticas de sus textos (sería fundamental proyectar las traducciones) poco tenían que ver entre sí, dejando sensación de cajón de sastre. Arrancó Mimica con la voz destemplada en O del mio amato ben y Á Chloris, que evidenciaron que se siente mejor en un repertorio de bajo puro que en el más baritonal (en la zona aguda a veces la afinación vacila). El fragmento del Winterreise schubertiano no mostró a un liederista de raza. En la escena del Conde Rodolfo de La sonnambula (de Bellini, no de Schubert como se anunciaba) se vio voz redonda, buenas intenciones y dominio del estilo. Bien el ciclo Don Quichotte à Dulcinée, de Ravel (voz sonora y pastosa, muy lograda la Chanson Épique) e interesante Kaddish.

Marcos Madrigal, acompañante atento que dejó buen sabor de boca a solo en el Impromptu n.º 3 op. 90, de Schubert, cosechó la mayor ovación tras Córdoba, Gitanerías y Malagueña, de Lecuona, con carácter, temperatura y alma: espléndido.

Mimica se fue entonando más por voz que por intenciones: soso en Copland y mejor en las canciones de Rachmaninov cómodas por tesitura, más allá de un agudo afalsetado discutible. El aria de Le Caïd, de Thomas, que cerró el programa, evidenció voz importante en el centro-grave; pero apuros en agilidades. Una correcta Musica proibita de Gastaldón fue propina de un recital en el que Mimica se mostró frío, dejando ver que su tesitura es de verdadero bajo.

Mimica tiene condiciones, pero ni el deslavazado programa, ni la variedad de tesituras, ni su poca implicación impidieron un resultado final apagado, pese a destellos de interés y un pianista estupendo.