Roberto Varela, director de Mentalia Salud A Coruña: «Nuestro centro casi parece más un hotel o una residencia de estudiantes»
A CORUÑA CIUDAD

Mentalia ofrece tratamiento psicológico para adultos de hasta 65 años
02 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Roberto Varela es, desde hace poco más de un mes, el director del Mentalia Salud A Coruña, recinto del grupo DomusVi que ha abierto sus puertas en la Ciudad Vieja, cerca de María Pita. Este centro, enfocado en el tratamiento de adultos de hasta 65 años con cuadros relacionados con la salud mental, es el primero de estas características que la compañía abre en Galicia. Varela encara el reto del liderazgo del proyecto con ilusión y con muchas ideas.
—¿Cuáles son los retos del proyecto a corto-medio plazo?
—Este es un proyecto importante que afronto con muchísima ilusión, pero sabiendo también de las dificultades que implica la apertura de un centro desde cero. Hemos conseguido desde el principio construir un equipo técnico y sanitario muy potente. Poner a funcionar algo es muy complejo, pero también es muy bonito. Es como ir dándole a un muñeco de barro la forma que tú quieres.
—¿Qué objetivos se marcan?
—Queremos generarnos un nombre dentro de la comunidad. Pertenecemos a un grupo (DomusVi) muy importante a nivel nacional. Este es el decimosexto centro en toda España. Es un centro que se abre con el objetivo de dar respuesta a una demanda. Con la salud mental había cierto tabú hasta hace poco, pero cada vez se habla más del tema. Tratamos a un perfil de paciente al que a veces no es fácil ubicar dentro del sistema sanitario. Nosotros tenemos un enfoque rehabilitador y de reinserción. Pacientes que son relativamente estables, dentro de su patología mental. Que son relativamente autónomos. No somos un centro de dependencia. Nuestro foco está en la recuperación o adquisición de habilidades
—¿En qué se diferencia el tratamiento de un adulto del de un niño o un adolescente?
—Nuestro cliente objetivo tiene entre 18 y 65 años, aunque con cierta flexibilidad. Tradicionalmente, las personas con este tipo de problemas han estado un poco estigmatizados. Gracias a Dios, eso está cambiando. Un paciente adulto puede tener una enfermedad mental y no reconocerla hasta que esta se agudiza mucho. Eso hace que se intervenga cuando el problema está ya avanzado. Una vez que se pasa la fase aguda y el paciente se estabiliza, hay que darle tiempo para que se establezca el tratamiento que será crónico. Además, la enfermedad se puede juntar con una patología dual, como una adicción, una discapacidad o alguna otra cosa. Con niños lo fundamental es la prevención. Estar muy atentos a las señales y a sus comportamientos. Sus amistades, sus aficiones, sus intereses...
—¿Cómo de importante es el entorno en este tipo de casos?
—Es fundamental. Por eso el centro tiene que ser un entorno tranquilo donde se atienda a diferentes factores como el ruido o la luz. Y más allá del ambiente físico, el ambiente personal. Generar una sensación de familiaridad. Nosotros nos alejamos un poco del ambiente de hospital. Que esté todo humanizado y alejado de la patología. Centrados en la persona, en sus habilidades y sus capacidades. Eso es algo que tanto los residentes como sus familias valoran mucho. El nuestro es un centro que casi parece más un hotel o una residencia de estudiantes. Estamos en un edificio histórico muy bonito que ha sido rehabilitado con muchísimo mimo. Se genera una atmósfera de tranquilidad.
—¿Cómo se abordan estas terapias personalizadas para cada paciente?
—La dinámica del centro es hacer intervenciones muy individualizadas. Porque una misma patología se puede manifestar en cada paciente de forma diferente. Por eso nos centramos mucho en cada persona con nuestro equipo interdisciplinar. Y eso es algo que sí me gustaría resaltar. Que realmente somos un equipo. Desde el personal de mantenimiento hasta el técnico-sanitario o los cuidadores. La opinión de todos es importante. Todos están en contacto directo con los pacientes. Dentro de los programas terapéuticos, tenemos actividades grupales y otras individuales. A través de ellas trabajamos muy diferentes ámbitos. Inserción laboral, economía doméstica, ocio, rehabilitación cognitiva...
«Hasta hace poco, a la gente le daba cosa visitar al psicólogo o al psiquiatra»
Como cabeza de un grupo de expertos que abarca diferentes disciplinas, Varela tiene claras algunas cosas respecto a la forma de abordar los problemas de los pacientes. Todos los tratamientos deben de ser lo más pormenorizados posible, teniendo en cuenta los factores, internos o externos, que pueden afectar a su desarrollo y mejoría. Por eso subraya la necesidad imperiosa de atender al entorno y darle herramientas también a los familiares para que, llegado el momento, sean capaces de lidiar con las dificultades que puedan surgir en el cuidado diario.
—¿Se trabaja también de alguna forma con las familias de los pacientes?
—En lo que se pueda, hay que involucrar a la familia en el cuidado de las personas que tratamos, porque, en principio, no somos un centro de larga estancia, sino de corto o medio plazo. La idea es que el paciente esté aquí durante un período de a lo mejor seis meses o un año, pero la idea es la reinserción y la recuperación. Es un centro muy dinámico. No es igual que, por ejemplo, un centro geriátrico, donde normalmente sabes que el paciente ingresa, a no ser que cambie de institución, hasta que fallezca. No es nuestro caso. Nuestro objetivo es que, con una intervención individualizada e interdisciplinar, podamos en el menor tiempo posible reinsertar al paciente para que se reincorpore a la sociedad y tenga un desarrollo normal en la comunidad.
—Parece que se está desterrando el estigma de la salud mental...
—Sí. La gente es ahora mucho más consciente. Se visita a los psicólogos y a los psiquiatras con más frecuencia y se puede hablar del tema. Hasta hace poco, era como si diera cosa hacerlo.