El reto de Hernández-Silva

Hugo Álvarez Domínguez A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Manuel Hernández-Silva, músico y director de orquesta.
Manuel Hernández-Silva, músico y director de orquesta.

22 feb 2025 . Actualizado a las 19:27 h.

Manuel Hernández-Silva propuso a la Sinfónica de Galicia obras del siglo XX, opuestas en fondo y forma, que demandan un esfuerzo importante de la orquesta. En el Palacio de la Ópera de A Coruña, se mostró como batuta tan ordenada como eufórica, manejando los estilos y el sentido del ritmo, invitando a la orquesta a un reto.

El Concierto para piano en Fa mayor, de Gershwin, tiene tanto ritmo y swing como aroma a la decadencia suburbial, y exige gran virtuosismo. Aquí, Yeol Eun Sum dio una lección de técnica (arpegios y cadenzas impecables) pero, además, jazzeó la obra imponiendo estilo y buen gusto. Estuvo presente y en sintonía con un Hernández-Silva que no escatimó sonoridad y sacó partido de una orquestación brillante, siempre dando su espacio al piano. En la OSG se lucieron los vientos: la trompeta que abre el segundo movimiento fue impecable, y se unieron estupendas contribuciones de concertino, flauta o clarinete. Con maderas y metales muy conectados, a la cuerda le faltó flexibilidad; aunque el maestro extrajo el swing de la pieza.

Desde el trepidante arranque de la Sinfonía número 12, de Shostakovich, Hernández-Silva hizo una lectura sin complejos, sin miedo a pedir el máximo a la orquesta. En los tutti (de fuerza abrumadora, pero bajo control) se lucieron metales (impecables ataques) y maderas; y en la cuerda aguda faltaron de nuevo empuje, presencia e incisividad para sostener el entramado orquestal. El maestro dominó los pasajes más líricos, con un clima que permitió lucirse a clarinete, fagot o trompa. Lectura explosiva y contrastante que, si puso a la Sinfónica al límite en algún momento, también enseñó la espectacularidad de la obra. Es un reto abordar una lectura así (se nota que el venezolano confía en la orquesta), y, en general, la OSG estuvo a la altura; aunque metal, viento y percusión a veces opacasen a la cuerda.

Hernández-Silva trabaja a conciencia. Habrá quien lo encuentre excesivo; pero con esta orquesta se lo puede permitir y entró a fondo en la fuerza de las obras. Una cuerda más incisiva redondearía una noche en la que la Sinfónica se entregó al reto.