
Hace años el acceso a una discoteca podía prohibirse por motivos que hoy nos parecen increíbles
20 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Guardo la imagen en mi mente de manera nítida. Era la puerta de Pachá, en As Xubias. En aquel acceso, que casi parecía un control de aduanas pijo, se le denegaba la entrada a un chaval que tenía dinero y no había hecho nada malo. Había incurrido en el mayor pecado que un joven podía cometer en aquellos días: llevar calcetines blancos. El pobre hombre reaccionó de un modo que podría tomarse como una paletada en su momento pero que, en realidad, tenía bastante de sentido común. «Pues si no puedo entrar con los calcetines blancos me los quito». Y, sin cortarse un pelo, se descalzó, dejó los pies desnudos y se volvió a poner los zapatos. No tuvo éxito con la maniobra. No pudo entrar.
Un disparate como ese se veía normal en aquel momento y en aquel ambiente. Y uno, que era un adolescente titubeante que estaba probando todo por primera vez y aún no tenía un criterio muy claro de las cosas, se esforzaba por considerar normal un comportamiento que no lo era. Me refiero a los que custodiaban la puerta, no al chaval que se tuvo que volver a casa humillado y sin sesión de tarde en el sinsentido de las cosas de aquella era de Levis 501, Hombres G y mucha —muchísima— tontería. Dudo que haya sentido la oleada de nostalgia que muchos han experimentado estos días con el derribo de la vieja discoteca que marcó a tantos coruñeses. Yo la verdad es que pensé en él. En su cara, entre risueña y avergonzada, entre la indignación y el «no me lo puedo creer», viendo como le ponían una barrera por el color de un calcetín. Por el puñetero color de un calcetín.
Cosas que las piensas hoy y parecen totalmente increíbles, que te costaría explicarlas a un adolescente del 2025. Señal inequívoca de que hemos ido a mejor.