¿Me da cambio para sacar una cajetilla de miñocas?

CULLEREDO

Una empresa gallega instala una máquina expendedora de cebos vivos delante del bar Leonardo, en O Temple

28 ene 2010 . Actualizado a las 11:33 h.

El bar Leonardo, en O Temple, además de vender tabaco, también puede facilitar cebos. Vivos, a la carta y disponibles las 24 horas. Todo ello, gracias a una máquina expendedora que Francisco Arrollo ha instalado en la calle. Cebos Galicia ha decidido poner en marcha esta iniciativa cuando menos curiosa pero, sobre todo, muy práctica.

La tradición del bar por las miñocas viene de atrás, tanto que su propietaria, Dolores Fiaño, cuenta que en el establecimiento siempre se vendió cebo: «Venía el suegro del alcalde de Culleredo a venderlo, pero luego murió y estuvimos casi dos años sin que se pudiese adquirir». Hasta que llegó Francisco. Y con él, los problemas de los pescadores desaparecieron.

Este vendedor barcelonés afincado en la provincia desde 1987 explica que O Temple no es el único lugar que dispone de este tipo de máquinas: «Se colocan en puntos estratégicos». Así, los aficionados a la pesca deportiva pueden encontrar alimento fácil y rápido en la gasolinera de Riazor, en Vilarrodís y en un restaurante de Miño. Todo está estudiado, hasta los lugares donde se encuentra la competencia. Francisco explica que la maquina expendedora de cebos vivos se puede instalar cerca de otros puntos de venta e incluso ajustarle el precio, como es el caso de la de O Temple.

Un modo de vida

Lo que empezó como una afición a la pesca deportiva al final se convirtió en el modo de vida de Francisco: «Cuando llegué a Galicia, me dedicaba a bucear y a extraer cebo para luego venderlo. Con el tiempo me hice mayorista y ahora estoy aquí, en Cebos Galicia».

Lombriz de tierra, gusano de miel, mangón, tita, coreano, gavilán o tubo funda. La oferta es variada y sin fronteras. Aunque las de la tierra son más sensibles al frío que las foráneas. Francisco explica que estos días de bajas temperaturas no puede colocar cebo autóctono porque se muere.

Otro de los problemas es la cantidad de miñocas que van en cada caja. Hasta seis unidades se colocan. Un número mayor provocaría la muerte de los preciados poliquetos. El precio, según la calidad, como en todo. El coreano, por ejemplo, que es uno de los más resistentes, cuesta 3 euros la caja, mientras que el mangón 2,50.

¿Y si están muertos cuando el cliente extrae la caja?: «Sin problemas. Se les abonará el importe. Hay un escrito en el que se pide que acudan al establecimiento o que pueden llamar al teléfono que aparece».

Sensación del verano

Los conocidos poliquetos se convertirán en la sensación del verano. O al menos eso es lo que cree la propietaria del bar: «En invierno hay poco pescador, pero en verano esto se va a llenar. Seguro, porque antes se vendía mucho». Lo que está claro es que han venido para quedarse y si tienen aceptación no se descarta la instalación de más maquinas. Quién sabe, igual algún día le pueden quitar el puesto a las expendedoras de tabaco.