Culleredo tendrá una estación de tren más

CULLEREDO

MARCOS MÍGUEZ

Un aficionado al maquetismo recrea cerca de Ledoño un kilómetro de la línea por la que circulaban las locomotoras de la Minero Siderúrgica de Ponferrada

30 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde Boedo se puede andar por una vía que la modernidad dejó obsoleta y que se ha convertido en senda verde. Sin embargo, este lunes, coincidiendo con el Día de los Trabajadores, se va a paliar esa pérdida con la inauguración de toda una estación ferroviaria en las proximidades. José Ramón Lechuga Corbacho, un coruñés aficionado a los trenes y al maquetismo, pondrá a funcionar en una finca que tiene cerca de Ledoño un trabajo de tres años que recrea la estación de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, una compañía que surtió de carbón a toda España.

Este electricista de profesión de 60 años que ahora se dedica a hacer maquetas y repararlas ha decidido recrear la estación que vio a mediados de los ochenta en Ponferrada, con unos amigos con los que se desplazó desde A Coruña y que para ellos era «la meca de los trenes». Allí estaban las últimas locomotoras que tiraban de trenes con carbón. «Llegamos a ver cuatro funcionando al mismo tiempo», comenta como hito.

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Esa imagen es la que ha querido reproducir en su finca. «La vía tiene 50 metros de longitud, que equivalen, a escala, a un kilómetros de ferrocarril real. Tiene dos estaciones», explica, apuntando que para la principal realizó un puente sobre pantanos y un túnel «con dos toneladas de tierra que me traje en un tractor», apostilla. En todo este proceso, la obra más complicada fue la locomotora. «Por decirlo así fue un buen aprovechamiento de la pandemia, cuando estuvimos enclaustrados en casa me dediqué a hacerla con calma y detenimiento. Me llevó mil horas de trabajo», comenta, pero ya le ha dado sus primeras satisfacciones llevándose varios premios en concursos de maquetismo. Asegura, sin ápice de presunción, que «es un referente en el modelismo español de ferrocarriles de este tipo».

Su objetivo fue reproducir no solo los edificios, sino también los trenes que circulaban por allí y que nadie comercializa. «Yo compro un vagón, por ejemplo, y es un bonito proyecto de vagón, porque cuando lo sacas de la caja es plástico que no enamora a nadie, pero tiene que verse en él el paso del tiempo, la degradación, los golpes que recibe... todo eso es lo que le da vida a un modelo. Cada uno que tengo está retocado y repintado con todos los colores corporativos de la Minero Siderúrgica de Ponferrada», precisa. Relata con pasión la importancia que tuvo esta compañía, cuyos trenes comenzaron a operar en 1919, en un momento en el que el carbón era el carburante principal. «El último tren estuvo funcionando sobre el 2002-2003, fue para alimentar la central térmica de Compostilla II, al norte de Ponferrada, que ya fue derribada», indica.

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Tras probar que su proyecto ha resistido el invierno a la intemperie, indica que «solo se paró en un túnel porque había un sapo grande, pero nada más». Lechuga realizará una inauguración con unos amigos, entre los que estará el presidente de la Asociación Berciana de Amigos del Ferrocarril. Es reacio a explicar públicamente dónde estará esta nueva estación, para evitar que alguien entre y le pueda causar daños a una infraestructura ferroviaria que, como toda grande obra, también ha tenido sus contratiempos con el trazado.

Cambio de la vía

«Tuve varios conflictos sociales y políticos con la familia. Hubo manifestaciones y todo allí. Tenemos una pía de piedra muy antigua y en el proyecto inicial pasaba la vía del tren por delante de ella, pero mi mujer —como Patrimonio— dijo que la pía había que verla entera. También se me presentó mi hija la mayor —como defensora de los animales— diciendo que así los perros no podían beber, y el hijo mayor diciendo que mi nieta no podía mojarse las manos...», relata con cierta sorna, reconociendo que tuvo que variar el proyecto y pasar la vía por detrás. Por eso, descarta que amplíe más.

Con esta obra lo que sí pretende es intentar contactar con más aficionados. Asegura que no conoce a nadie con su pasión y que solo tiene otro amigo que cuenta con una locomotora.

Sin ascendentes ferroviarios en su casa, el gusto por los trenes es algo que ha mantenido desde la infancia, desde antes de saber hablar. «Vivíamos en la zona de Pardo de Cela, al lado de San Pedro de Mezonzo, y antiguamente se bajaba a Cuatro Caminos y se cogía a la izquierda hacia los Cantones o hacia la derecha, porque la gente iba al paseo a la estación del Norte, lo que es El Corte Inglés y la estación de autobuses. Yo cuando iba en la silla, sin saber hablar, cuando veía que la ruta cogía a la izquierda no me hacían callar hasta que me llevaban a ver los trenes», afirma.