Daria García: «Fui jugadora de baloncesto con el Medina y ganamos la Copa de España»
ELLAS
Esta coruñesa, pionera del deporte y gran viajera, también fue periodista en su juventud
16 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La vida de Daria García Castro (A Coruña, 1939) tiene más solera que la galería de cristal de su salón. Unas coquetas cortinas de encaje blanco abren paso a este tradicional ventanal de Riego de Agua. Rayos de luz se cuelan por estanterías a rebosar de retratos familiares y paredes repletas de recuerdos viajeros. Y es que esta mujer, que fue una de las primeras jugadoras de baloncesto en la ciudad, ha vivido múltiples aventuras. Nadó entre cocodrilos en Yucatán, subió una montaña en elefante en la India, navegó por el Volga en Rusia y se libró del mal de altura en el Everest, amén de los tres safaris que hizo por África, —dos de ellos sola—, donde compartió velada con los masái.
—Tiene mucho mundo usted.
—Anduve por todos los países. Me gusta mucho viajar: Rusia, China, la India... y subí a la mitad del Everest, a 4.800 metros de altitud. Cuando pienso en las aventuras enormes que he vivido... Hablo cuatro idiomas; hasta en suajili me entiendo. Ahora estoy escribiendo mis memorias.
—Nació cuando Franco firmaba el último parte de la Guerra Civil.
—Nací en la calle Cordelería. Mi padre estaba en la guerra en Burgos y mi madre le mandó un mensaje diciéndole que tenía una hija muy espabilada. Debía de ser algo bueno, porque traje la primavera y el final de la guerra.
—¿Cómo era de joven?
—Siempre fui una persona con muchas inquietudes. Aparte de estudiar, hacía deporte, fui atleta, jugué al baloncesto [en el Medina] y al balonmano. También fui periodista de Radio Juventud, contábamos noticias, cosas cómicas, etcétera. Los sábados hacía guiñol con los niños en el sótano del edificio de Radio Nacional, donde hoy están hablando de poner la Aesia. Le daba a todo.
—¿Cómo se convirtió en jugadora de baloncesto?
—Yo jugaba en el colegio, me eduqué en las Franciscanas, en la avenida Rubine. Estos del Medina me hicieron un chantaje [sonríe]. Por entonces había unos puntos de la Falange (eran 11) que había que saberse para pasar de curso. A mí me dijeron que, si iba a jugar al Medina, me daban por logrados los puntos. Así que algo debí hacer [ríe].
—Fue el suyo un equipo emblemático. Y encima, femenino. Fueron unas auténticas pioneras.
—Sí, ganamos la Copa de España. Todavía guardo una foto.
—¿Era buena?
—Marcar no dejaba sin marcar a nadie. Por ese motivo me llamaban la Lapa. Mi puesto era defensa y mi entrenador era Manolo Fernández Trigo, Mafertri, que terminó siendo gerente del Real Madrid. Mafertri se casó con una compañera que era lateral, Maribel Gómez de Frutos.
—¿Sigue aún los partidos? ¿Cuál es su equipo favorito?
—Sí que veo los partidos. Me gustan los Lakers. Antes no me acostaba hasta las dos de la mañana para poder verlos.
—¿Era usted popular?
—Era muy conocida dentro de la juventud de aquellos tiempos en la ciudad, sí. Una vez me vino a buscar la tuna, vivíamos en la calle Real. Y ya me dirás qué vergüenza pasé, ja, ja... Luego fui la madrina de la tuna de Medicina, y aún deben de tener la cinta que les bordé.
—Escribe su nombre sin acento.
—¡Al que me dice Da-ría le doy un bastonazo! ¡Ja, ja...! Sí, mi nombre es Daria, sin acento. De joven, los chicos me decían piropos con el nombre: «¡Te daría un millón de besos!». Y yo les contestaba: «¡Pues te vas a quedar con las ganas!» [risas]. Me hacía respetar y me respetaban.
Muy orgullosa de su familia: Su mayor pasión son sus cinco hijos (uno de ellos es diplomático, y otro, médico y ecologista) y sus 8 nietos. «Dentro de unos meses voy a tener una nieta abogada del Estado y su padre es una eminencia en estomatología. Tengo otra nieta cantante de ópera y arquitecta», comenta Daria, cuyo abuelo era primo de Abente y Lago.
«Hace ocho años, a los 76, terminé la carrera de Económicas»
A sus 84 años, Daria Garcia sigue conduciendo y con numerosas inquietudes. «Mi vida fue estudiar y trabajar. Terminé mi carrera de Magisterio en junio, y en julio me casé, con 18. Ejercí con mis cinco hijos, pero ya de mayor, a los 76, terminé Económicas».
—Tiene mucho mérito.
—Desde que me quedé viuda trabajé unos cuantos años en Mapfre, en la oficina principal, en la avenida de Alfonso Molina. No vendía seguros de casas ni de coches, estaba en una sección financiera, fíjese. Llevaba los cinco polígonos y tenía mucho éxito en mi trabajo.
—¿Y sus padres?
—Mi padre era un hombre de negocios. Ganó mucho dinero y llegó a tener una riqueza tan tremenda que incluso hablaba de comprar el Banco Pastor, pero Barrié no se lo vendía. Las mejores casas que había en la calle Real eran de mi padre. Entraba en los bancos y le hacían reverencia. Ya mi abuelo Ezequiel estudió Medicina en Madrid, era primo de Abente y Lago. De capa y todo, eh, era un señor. En la casa había escudo de armas. Mi bisabuelo era farmacéutico. Y Eduardo Pondal es tío de mi abuelo.
—También está muy orgullosa de sus cinco hijos y ocho nietos.
—Mucho, tengo una familia de lujo. El mayor, Francisco Lueiro, es médico y presidente de la asociación ecologista Arco Iris, siempre tuvo esa inquietud. El pequeño, Juan Lueiro, tiene seis carreras y habla cinco idiomas. Es diplomático y abogado espacial. Está en Nueva Zelanda.
—¿Qué es para usted la felicidad?
—Conformarse con lo que uno tiene y no envidiar nada a nadie. Está todo a tu alcance. Y no creo en la soledad. Nunca me oirán quejarme de vivir sola. No es soledad, es aburrimiento. Hay que buscar cosas para ocuparse.