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«Enganchado» a cuatro caballos

Elena Silveira
elena silveira OLEIROS

OLEIROS

fotos: marcos míguez

Carlos Otero creó hace seis años en Oleiros una empresa dedicada al alquiler de carruajes para eventos especiales

26 dic 2016 . Actualizado a las 08:33 h.

Carlos Otero era funcionario. Hace tres años las secuelas de un accidente de tráfico le llevó a pedir una invalidez permanente y absoluta. Explica, señalándose el pie derecho, que le faltan huesos en el tobillo. Las operaciones y la fisioterapia hicieron milagros pero, según dice, fue su pasión por los caballos lo que hizo que se mantuviese activo e ilusionado.

En la casa de sus padres siempre hubo caballos así que la afición, según dice, le viene desde niño. En realidad fue hace 16 años cuando pudo comprar su primer corcel, un potro «muy bonito», de color castaño. «Fui a una feria en Villalba y pagué por él 80.000 de las antiguas pesetas». Después de aquello compró el segundo y encontró en Vilagarcía un carruaje para poder competir en la modalidad de enganche. Y la cosa se complicó más a raíz de una boda: «Se casaba un amigo en Lugo, así que como ya tenía los caballos otro amigo me dejó una calesa para el evento y todo salió perfecto. Me dio por poner en Internet que alquilaba calesas para celebraciones y la gente empezó a llamar». Así, casi sin quererlo, fundó Carruajes Galicia hace seis años, con sede en A Gándara (Oleiros) y dedicada al alquiler de calesas con caballos. El primer año cubrió ocho eventos, el segundo diez y en 2016 ya han sido una veintena. «No solo hago bodas. También me llaman por ejemplo para cabalgatas, para despedidas de soltero, para fiestas...». Ahora tiene dos calesas y cuatro caballos blancos. Sí, los cuatro son machos y de color blanco porque son los que más demandan sus clientes. «Los negros la gente los asocia más a los entierros y los blancos a las bodas. Y los machos son más elegantes que las yeguas para estos eventos. Se ponen más ufanos a la hora de trotar y eso queda siempre más espectacular».

El más mimado: «Juncal»

Juncal, Arquitecto, Empaste y Luso viven como reyes. Están vacunados y desparasitados, corren en libertad y a través de unas tolvas les cae «pienso del bueno» a las 8, 14 y 22 horas (siempre la misma cantidad: 1,800 kilos en cada toma). Prácticamente se van de paseo con Carlos todos los días, de vez en cuando les visita el dentista (que les lima los dientes sin protestas ni coces) y de forma periódica pasan la revisión de herrador. Y, con él se relajan tanto que a veces hasta cierran los ojos apoyados en su espalda.

Cada uno de sus cuatro caballos, comenta Carlos, tiene un carácter diferente. ¿Algún preferido? «¡Hombre! Juncal es un cielo, un primor. Siempre está dispuesto a trabajar. No tiene miedo a los charcos, a los coches...». Y fue campeón de España en la modalidad de enganche en el año 2011. Y él matiza: «¡Ojo!, los que tengo son caballos de enganche, no de tiro. Los de tiro suelen ser percherones capaces de arrastrar hasta mil kilos».

Carlos los saca a pasear y a entrenar todos los días. A veces por las pistas de A Gándara y otras por O Pedrido: «Les viene muy bien el agua del mar, para los casos, para los tendones. Esos son paseos medicinales», comenta. Reconoce que esta afición requiere «mucho tiempo y mucho dinero» y la empresa le da «para cubrir gastos». De hecho, empieza a contabilizar y llega a la conclusión: «¡Uf! Es la afición más cara que existe. Un caballo bueno no baja de los 10.000 euros, y necesitas al menos dos para hacer grandes rutas. También un carro de competición (unos 6.000 euros), otro coche de presentación, un groom (persona que te ayuda a preparar los caballos y que va detrás controlando que el carro no vuelque) y tener un remolque para el traslado de los caballos... «Sí, es caro, muy caro. Es cosa de ricos. Pero me aficioné al enganche y ahora estoy muy enganchado», comenta con humor y resignación.