Matan a un hombre de 31 años en una pelea de Fin de Año en un hotel de Oleiros al agredirlo con un cenicero

Alberto Mahía OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

La víctima se había casado hace un año y su esposa estaba con él en la fiesta de Nochevieja

02 ene 2020 . Actualizado a las 16:35 h.

Son varias las hipótesis sobre el detonante que derivó en la muerte de Enrique Gueto Cabarcos, un hombre de 31 años y vecino de Meicende (Arteixo). Dependiendo a quién se le pregunte, unos hablan de un empujón previo, otros dicen que un insulto, una mala mirada... La Guardia Civil trata de averiguarlo. Lo que sí se sabe es que la víctima celebraba la Nochevieja con su familia en el hotel Attica 21, en Bastiagueiro (Oleiros), y allí coincidió con el hombre que lo mató, que también disfrutaba de la fiesta con un grupo de amigos.

La noche transcurrió con normalidad hasta que a las seis de la madrugada comenzó una pelea. Fue en la pista de baile. Volaron mesas, sillas, rompieron mobiliario. «Fue una batalla campal», cuentan fuentes de la investigación. Ni el personal del hotel ni algunos de los presentes pudieron apaciguar los ánimos de unos y otros. Trataron de separar a personas de ambos grupos, pero no fueron capaces.

Un investigador de la Guardia Civil, este martes en la terraza del hotel de Bastiagueiro (Oleiros) junto al lugar en el que cayó muerto el hombre de 31 años
Un investigador de la Guardia Civil, este martes en la terraza del hotel de Bastiagueiro (Oleiros) junto al lugar en el que cayó muerto el hombre de 31 años ANGEL MANSO

La reyerta empezó dentro y terminó fuera, a las puertas del establecimiento. Fue allí donde el supuesto autor, de 27 años y vecino de A Coruña, cogió un cenicero de la terraza y golpeó en la cabeza a Enrique, que cayó al suelo. Ya nada ni nadie pudo hacer algo para salvarle la vida. Tanto es así, que el primer agente de la Guardia Civil que llegó al lugar trató de reanimarlo en vano durante los 20 minutos que tardó la ambulancia en llegar al lugar. Los sanitarios no pudieron hacer más que certificar su muerte. El supuesto autor del crimen, D.M.E., de 27 años y vecino de A Coruña, y un amigo suyo, H.M.R., de 30, fueron detenidos por los agentes en el mismo lugar de los hechos. Este último, por un delito de lesiones.

Fue una tragedia lo que tuvieron que vivir los familiares del fallecido. Allí estaban sus hermanos, su padre e incluso dos sobrinas pequeñas, que vieron cómo se les iba en cuestión de segundos en mitad de una bronca que solo pudieron frenar la Guardia Civil y la Policía Local de Oleiros.

El autor se refugió en un coche

Agentes de ambos cuerpos separaron a los protagonistas de la reyerta, aunque no les resultó fácil. Porque nada más producirse el golpe mortal, el presunto autor corrió a refugiarse en un coche. Allegados de la víctima rodearon el vehículo y, según fuentes de la Delegación del Gobierno, trataron de sacarlo de dentro zarandeándolo. La cosa no pasó a mayores porque en ese momento llegó la Guardia Civil, que enfrió los ánimos de unos y otros y detuvo a los dos hombres, uno por el homicidio y el otro por un delito de lesiones, aunque no ha trascendido a cuál de los grupos pertenecía este último.

Testigos de los hechos hablan de que la fiesta se había desarrollado sin incidente alguno. En los salones de la planta baja del establecimiento se celebraban varias cenas de Nochevieja. Las mesas de los implicados en la agresión se encontraban una cerca de otra. Pero fue en la pista de baile donde se inició la pelea, que en cuestión de segundos pasó al resto del salón y luego a la terraza exterior, donde se encontraba el cenicero. El equipo de Criminalística de la Policía Judicial de la Guardia Civil se lo llevó para analizarlo y recogió muestras de sangre y de huellas dentro y fuera del hotel. Los destrozos de la pelea se veían por todas partes.

Volaron las mesas y las sillas

«Había mesas y sillas rotas, restos de cristales de vasos y botellas que volaron», relatan fuentes del establecimiento hotelero, que lamentan «profundamente» la muerte del hombre que celebraba junto a su familia la despedida del año. Empleados del hotel trataron desde el principio de separar y poner orden, pero eran muchos, pues cada grupo superaba los 15 miembros.

Los sanitarios que acudieron al lugar ya no pudieron hacer por la vida de Enrique, por lo que después procedieron a realizar curas a algunos de los allí presentes. Las heridas no eran tan importantes como para trasladar a ninguno a centros sanitarios.